¿Te has parado a pensar alguna vez si no comes demasiada carne?
Los nutricionistas aconsejan su consumo una o dos meces por semana, pero lo cierto es que en los países industrializados estamos acostumbrados a comer carne procesada todos los días.
¿Sabes cómo se produce la carne que comes? ¿Y como han alimentado y tratado a los animales de los que procede?
Entre el 17 y el 23 de junio del 2019 celebramos la Semana Mundial Sin Carne porque la ganadería industrial y el consumo desmesurado que provoca se han convertido en un problema ambiental y de salud.
Por eso esta semana queremos proponerte alternativas a la carne industrial que está devorando el planeta para que entre todos impulsemos el cambio hacia un modelo más sostenible y saludable. Comer menos carne y de más calidad y aumentar el consumo de legumbres nos ayuda a recuperar la dieta mediterránea tradicional.
Los vegetales (hortalizas, frutas, cereales y legumbres) deben ser el alimento principal en una dieta saludable porque proporcionan casi todos los macronutrientes (todos los hidratos de carbono, suficientes proteínas de alta calidad biológica al combinar legumbres y cereales integrales, grasas de alta calidad y fibra) y muchos de los micronutrientes (vitaminas, minerales y antioxidantes). Si son ecológicos están libres de químicos y aportan nutrientes de alta calidad porque en los cultivos se cuida la fertilidad del suelo que garantiza cantidad y riqueza de vitaminas y minerales. Contienen más nutrientes(más materia seca) y menor proporción de agua (que pagamos a precio de verdura). Un suelo fértil está lleno de organismos y microorganismos que facilitan la biodisponibilidad de agua y nutrientes a las plantas y las protegen de patógenos.
La siembra y consumo de legumbres están en retroceso por la mercantilización y globalización alimentaria. Las consecuencias de su abandono – en el campo y en el plato- son: despoblamiento, suelos empobrecidos, contaminación, concentración en las ciudades, malnutrición, enfermedades vinculadas a una alimentación excesivamente procesada que abusa de carnes, azúcares y grasas de mala calidad.
En una dieta rica en vegetales, las bacterias del intestino “amigas” de nuestra salud, se alimentan de fibras, carbohidratos y azúcares complejos procedentes de verduras, legumbres y cereales integrales. Mediante la fermentación, los transforman en ácidos grasos que protegen el epitelio de nuestro intestino constituyendo una barrera protectora de infecciones y alcalinizan nuestra sangre, dificultando la proliferación de tumores y favoreciendo el peristaltismo y el tracto intestinal.
La Dieta Mediterránea es completa si contiene vegetales ecológicos, de temporada cultivados en tierra fértil al aire libre y recién recolectados. Es saludable y más barata porque mantiene a raya el consumo de carne y se adapta a vegetales de temporada y de cada territorio, realizando una adecuada combinación de ellos. Favorece la vida digna en el campo de una población que, por nuestros hábitos alimentarios, se ve obligada a emigrar.