CAMPAÑAS-LA-GARBANCITA-ECOLOGICA-2

Apoyo del GAK de CAES a la iniciativa de Greenpeace y Amigos de la Tierra contra la normativa de coexistencia del gobierno señalando su insuficiencia

EL GRUPO AUTOGESTIONADO DE CONSUMO (GAK) DE CAES hemos decidido apoyar el llamamiento a una iniciativa unitaria impulsada por Greenpeace y Amigos de la Tierra en contra el Proyecto de Real Decreto del Gobierno del PSOE, que pretende “legalizar” la coexistencia entre cultivos transgénicos, convencionales [1] y ecológicos. Este borrador, en lo fundamental [2] , apenas difiere de la normativa que, en marzo de 2004, pretendía aprobar el Gobierno del PP (mediante orden ministerial) y que tuvo una respuesta también unitaria a la que contribuimos.

Bajo la apariencia de normas reguladoras, el Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, y con los silencios cómplices de los Ministerios de Medio Ambiente y de Sanidad y Consumo, está aceptando el libertinaje con que las multinacionales presionan, para legalizar y propagar esta tecnología. La aprobación de esta normativa no está aislada, sino inserta en las políticas agrarias, alimentarias, sanitarias y comerciales que anteponen el beneficio económico y particular de las empresas, a los derechos humanos. Con ello se incrementa la inseguridad alimentaria en la forma de hambre en los países empobrecidos y obesidad y enfermedades vinculadas a la comida basura en los países ricos. Estas políticas son también las responsables de la expulsión de sus tierras de los campesinos de los países del Sur y de la liquidación, poco a poco, de las pequeñas agriculturas “no competitivas” (convencionales o ecológicas) de los países del Norte, presionadas por la modernización subvencionada de la PAC. Los transgénicos son su exponente más agresivo, pero no el único [3] .


SECUNDAMOS ESTA INICIATIVA UNITARIA COMO UNA RESPUESTA NECESARIA, AUNQUE NO SUFICIENTE. Es positivo juntar todos los esfuerzos para paralizar el real decreto y denunciar la falta de precaución con que se pretende avanzar en la liberación de cultivos transgénicos, cayendo incluso en el incumplimiento de la reciente normativa comunitaria que ha dado argumentos para el levantamiento de la moratoria. Pero proponer que se regule mejor, aunque sea con rango de ley, la coexistencia, para impedir que los transgénicos contaminen (o contaminen menos o más despacio), implica su aceptación. Y aceptar la coexistencia es legitimar la existencia de los transgénicos y no rebelarse ante una imposición innecesaria, llena de riesgos sin evaluar y que no toma en consideración las necesidades alimentarias de la población, de los cultivadores de alimentos y que pone en peligro nuestras ya debilitadas capacidades de seguridad alimentaria para el futuro, por la progresiva destrucción de los agrosistemas y del patrimonio biogenético, en manos del complejo agroquímico-farmacéutico-biotecnológico.

Considerar el principio de “quien contamina paga” como fórmula para enfrentar y a la postre, resolver el conflicto entre el interés empresarial y el daño ecológico y social, convierte un problema político y que afecta al interés general, en un asunto económico y de responsabilidad individual que además, divide a los perjudicados. Nos crea la ilusión de que todo se resuelve si al final se pagan los daños (en caso que puedan reducirse a una cantidad de dinero intercambiable por la actividad o la vida que ha impedido o contaminado). Ya tenemos bastantes ejemplos vergonzosos en los que se demuestra la escasa utilidad de este principio para resolver la impunidad con que las empresas nucleares y químicas están contaminando y matando o dejando secuelas de por vida en verdaderos atentados contra la salud pública.

Reconocer la coexistencia y utilizar el principio de “quien contamina paga” enfrenta a los agricultores entre sí y oculta además, que la agricultura intensiva y química (convencional) tampoco nos garantiza la protección de nuestra salud y la del ecosistema y que, para abaratar los costes en una espiral sin fin, se despliega en base a condiciones laborales ilegales, indignas y peligrosas de trabajador@s y jornaler@s, autóctonos e inmigrantes y sus familias. Así, en lugar de formar parte de la solución, nos metemos más en el problema, porque impide precisamente abordar la necesidad de hablar alto y claro, y buscar, cuanto antes, la forma de apoyar a l@s pequeñ@s agricultor@s convencionales para dejar la dependencia de los químicos en que les ha metido el mercado competitivo global con la ayuda de la Unión Europea, que fatalmente les elimina, a pesar de todo. Es inexcusable este apoyo, pero si lo abordamos desde el diálogo sobre las necesidades recíprocas, justas y solidarias entre el campo y la ciudad, entre el norte y el sur. De lo contrario, el mercado global acabará dándonos su “solución”.

Nuestra respuesta no puede ser sólo de protesta, sino de resistencia, de articulación y multiplicación de iniciativas que impidan el despliegue de la lógica del mercado global de la alimentación basura, el trabajo basura y la dejación de la política en las manos de las multinacionales. Gran parte del problema de nuestra «impotencia» y que «sólo» podamos sumarnos a una campaña hacia los poderes políticos para pedirles diálogo, está en la débil cooperación para la sensibilización y difusión de nuestra actividad de agroecología y consumo responsable por parte de los colectivos anticapitalistas que, de forma autónoma y desde los movimientos sociales, trabajamos por y desde una soberanía alimentaria local entre el campo y la ciudad, como base para la seguridad alimentaria.


Aprovechamos también para felicitar y difundir la iniciativa de compañer@s de Bilbao que han decidido poner sus cuerpos para “bloquear” la actividad de Novartis-Sygenta, al menos por un día.

GAK de CAES


[1] Los cultivos denominados convencionales son aquellos producidos de forma intensiva con la ayuda de productos químicos.

 

[2] Los aspectos fundamentales son: 1) aceptación de la contaminación, ausencia de régimen de responsabilidad ante los daños económicos, ecológicos y sobre la salud provocados por los OMGs; 2) deficiencias en el nivel de detalle de los datos, con antelación suficiente a la siembra, antigüedad y conocimiento público del registro de campos transgénicos para poder prevenir y fijar medidas cautelares o de responsabilidad, en caso de contaminación u otros daños; 3) insuficientes medidas de seguridad para prevenir los riesgos, como distancias mínimas, etc.

 

[3] Focalizar a los transgénicos como el mal mayor, nos hace perder de vista que las tecnologías empleadas para el desarrollo, desde hace más de 50 años, de la agricultura y ganadería químico-industrial (persecución de una alta productividad mediante el uso y abuso de agrotóxicos, hormonas y antibióticos para el engorde, semillas y razas seleccionadas en base a altos rendimientos, mecanización, especialización y ampliación de escala), han provocado y continúan causando daños irreparables sobre la fertilidad de la tierra, la ecología y la salud de las personas. La consideración de la agricultura moderna en base a principios económicos y tecnológicos contrarios a la naturaleza y a la
cultura campesina, asumidos como deseables o, en todo caso, inevitables por las sociedades “desarrolladas», es lo que ha permitido remover los impedimentos culturales, sociales, económicos y políticos para la producción alimentaria dirigida al mercado global y con ello, agudizar la inseguridad y dependencia alimentarias de los campesinos expropiados de sus propios recursos alimentarios y de la población consumidora urbana, mucho más incapacitada para resolver sus necesidades alimentarias fuera del mercado. El uso de transgénicos no está fuera de esta lógica, sino inserto en ella.


Anexo 1 Carta a las Ministras
Anexo 2 Acción contra Novartis en Bilbao

Anexo 1

GRUPO AUTOGESTIONADO DE CONSUMO (GAK) DE CAES

Excma. señora doña Elena Espinosa, Ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Pº Infanta Isabel 1
28071 Madrid
Fax: 91 347 51 42
Correo electrónico: sministr@mapya.es

Con copia a:
Excma. señora doña Cristina Narbona, Ministra de Medio Ambiente
Ministerio de Medio Ambiente
Pza. San Juan de la Cruz s/n
28071 Madrid
Fax: 91 597 63 49
Correo electrónico: ministra@mma.es

Madrid, a 22.12.2004

 

Asunto: Proyecto de Real Decreto por el que se aprueba el Reglamento sobre Coexistencia de los cultivos modificados genéticamente con los convencionales y ecológicos.

Excma. señora ministra,


Tenemos conocimiento de los planes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de presentar próximamente un Proyecto de Real Decreto al Consejo de Ministros sobre la coexistencia de los cultivos modificados genéticamente (MG) con los cultivos convencionales y ecológicos.

Por la presente, queremos manifestarle nuestra gran preocupación al ver que el Proyecto, en lugar de garantizar la permanencia de la agricultura convencional y, especialmente, de la agricultura ecológica, preservándolas de la contaminación por organismos modificados genéticamente (OMG), legitima la presencia constante de OMG en los cultivos y productos convencionales y ecológicos.


A nuestro juicio, los puntos de mayor gravedad del Borrador de Real Decreto son los siguientes:


– Se basa en la aceptación de la contaminación genética generalizada, tanto en la agricultura convencional como en la ecológica: toma como referencia, para establecer las normas de coexistencia, los umbrales de presencia adventicia de OMG por debajo de los cuales un alimento no necesita ser etiquetado como “modificado genéticamente” (umbral fijado en 0,9% para los OMG autorizados). Esta visión es ilegal en el marco de la legislación europea: por un lado los Reglamentos sobre trazabilidad y etiquetado y sobre alimentos y piensos MG dejan claro que la presencia de OMG en productos no transgénicos se tolera sólo si es “accidental o técnicamente inevitable”; por otro lado, la normativa europea relativa a la agricultura ecológica descarta el uso de transgénicos o de productos contaminados por éstos. Teniendo en cuenta el rechazo de los consumidores a los alimentos transgénicos y sabiendo que no se pueden descartar efectos negativos de los OMG sobre la salud humana y el medio ambiente, resulta de especial importancia que España se dote de los mecanismos para que sea posible mantener una agricultura libre de transgénicos.


– El Borrador no establece un régimen de responsabilidad en caso de contaminación u otros daños causados por los OMG. De esta forma, deja totalmente desprotegidos a los agricultores y consumidores y se reproducirán en el futuro situaciones donde los agricultores convencionales o ecológicos afectados por contaminaciones – con las consiguientes pérdidas económicas – estén totalmente desamparados. Para que la coexistencia sea efectiva, la responsabilidad civil por los daños económicos, ambientales y sanitarios provocados por la introducción de OMG en la agricultura y alimentación debe recaer sobre las empresas productoras de estas semillas y sobre los agricultores que las cultivan, según el principio de “quien contamina paga”.


– Los apartados relativos a los registros de campos cultivados con OMG son muy deficientes. De acuerdo con la legislación europea, este registro debería existir desde hace varios años y estar a disposición del público. Es de especial importancia para que los agricultores que no cultivan variedades MG puedan preservarse de las contaminaciones. En este sentido, es imprescindible que los agricultores que empleen variedades MG declaren con suficiente antelación sus intenciones de siembra, que el público en general tenga acceso a una información precisa sobre las localizaciones exactas de estos cultivos y que la administración se reserve el derecho de prohibir estos cultivos en determinados casos.


– En el caso del maíz, el Proyecto propone medidas técnicas insuficientes a partir de una base experimental deficiente. La distancia de 25 metros de separación entre el maíz MG y el convencional es irrisoria para prevenir contaminaciones entre campos, según una amplia bibliografía de estudios científicos sobre el tema. Esta medida propuesta corrobora que lo que busca el Proyecto es la legalización de la contaminación y no la protección de los cultivos no MG frente a la contaminación por OMG.


Por lo tanto, exigimos una revisión en profundidad de dicho Proyecto para que las futuras normas de coexistencia en nuestro país garanticen la permanencia de la agricultura convencional y ecológica libres de OMG, amparando el derecho prioritario de los agricultores ecológicos y convencionales a no sufrir contaminación genética y estableciendo un régimen de responsabilidad civil en el que los daños ambientales, sociales y económicos derivados de los OMG, incluyendo la contaminación genética, recaiga sobre los titulares de las autorizaciones de su liberación al medio. Algunas iniciativas legislativas en países europeos como Alemania y Austria se acercan al nivel de protección deseable de la producción no transgénica y de los agricultores que eligen no cultivar OMG. España debería legislar de manera similar a éstos.


En tanto no se disponga de un sistema de coexistencia eficaz que recoja correctamente los puntos anteriormente mencionados, entendemos que el Gobierno debería decretar una moratoria sobre la aprobación de nuevas variedades MG para su liberación al medio ambiente y la suspensión de las ya permitidas.


Además sería de vital importancia que, dado el enorme impacto de este asunto para la agricultura, la alimentación y para el derecho a la información de la sociedad en general, se diese tratamiento de ley a la coexistenc
ia para que sean los cauces democráticos del Estado quienes aprueben estas medidas.


GAK de CAES


Anexo 2

artículo desde la ACP/IMC Madrid

(http://acp.sindominio.net)

Se anima la resistencia contra la imposición transgénica. Esta vez desde Bilbao. Puedes ver las imágenes en los Indymedia de Madrid y Euskal Herria
Circula la noticia y apoya esta lucha.


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Friday 17 December a las 12:32AM


Cerramos la puerta a los transgénicos

By anónimo


Hoy jueves 16 de diciembre de 2004 hemos efectuado una acción de bloqueo en la puerta de las instalaciones de Novartis en Bilbao, en la 6ª planta del nº25 de la calle General Concha.


Hoy «Cerramos la puerta a lo transgénicos» de Novartis-Syngenta, empresa suiza, una de las más importantes del sector de la manipulación genética de alimentos, a pesar de sus anuncios recientes de abandonar Europa ante las pérdidas recogidas.


Entre todos y todas podemos comenzar una lucha efectiva contra la imposición transgénica.


Esta noticia en IndyEH

http://euskalherria.indymedia.org/eu/2004/12/18546.shtml

—Comunicado de la acción en castellano—


CERRAMOS LA PUERTA A LOS TRANSGÉNICOS

 

1.Transgénico destructivo y temerario

 

Mientras la lógica del rendimiento monetario conquista profundamente el sector de los alimentos, millones de campesinos de todo el mundo deben dejar su forma de vida, abandonar sus tierras y migrar con una mano delante y la otra detrás. Las ciudades les esperan, la mayoría de las veces, con las manos cerradas y guantes de boxeo, reservándoles sitio en sus cinturones de exclusión, violencia y hambre.

 

A la par, la agricultura aumenta más y más su desprecio por el conocimiento de los ecosistemas agrarios y por la biología del suelo. Lo último es jugar con la planta, con el animal, como si de un recortable se tratara, de cara a construir organismos perfectos para la producción y el transporte industriales.


Si bien, en lo que llevamos de industrialización se han perdido ya muchos alimentos, variedades y la capacidad nutricional de muchos de ellos, la imposición de los transgénicos amenaza ahora con resultar del todo irreversible.


En esta escalera hacia una alimentación cada vez más insegura, la industria, con los coros de la ciencia, visten de maravilla cada nuevo peldaño.


Sin embargo, el peldaño transgénico es destructivo y temerario. Destructivo, porque acaba con toda la diversidad de semillas acumulada en los milenios de agricultura; y porque es más dependiente de los químicos (herbicidas y pesticidas) y del petróleo. Temerario, porque se apoya en un dogma (1 Gen = 1Proteína = 1 Función) desbordado por los propios conocimientos en genética; y porque creará organismos totalmente nuevos con efectos indeterminados para la salud humana y para el funcionamiento de los ecosistemas.


2. Agroindustria agresiva

 

Frente a ello, aparece una resistencia intuitiva entre gran parte de quienes comemos y una resistencia firme por parte de muchos campesinos.

 

Pero las principales empresas de agroquímicos y semillas transgénicas no abandonan, de forma que ahora complementan los razonamientos científicos y los argumentos filantrópicos con estrategias menos comedidas:

 

– bloquear publicaciones de debate (como la presión mafiosa a la imprenta de la revista inglesa «The Ecologist»);

– «conquistar» toda la investigación pública en el campo de la genética y la biotecnología;

– engañar a la gente con científicos convertidos en comerciales a comisión;

– presionar a las instituciones para que elaboren normativas a su medida;

– multiplicar sus cultivos experimentales y comerciales por el territorio como forma de generalizar las semillas transgénicas e imponerlas por la vía de los hechos consumados (16% del total del área mundial plantada).


3. Cerremos la puerta a los transgénicos

 

Y sin embargo no todo está perdido. Aún necesitan años para destruir todas nuestras semillas, aún tenemos una oportunidad de cerrar la puerta
a los transgénicos.

 

Para no caer en triunfalismos, es necesario recordar algunos retos que tenemos por el camino.

Primero debemos vencer (y ayudar a vencer) los cantos de sirena de los científicos vendedores de crecepelos. Por otro lado, mirar y no tocar el anzuelo del todo está perdido. Finalmente, quizás lo más difícil, romper con la inercia de delegar


Y es que si bien la moratoria europea jugó un papel positivo, en la medida que frenaba la aprobación de nuevos productos transgénicos; no es menos cierto que nos adormecía con una especie de halago. Algo así como que los ciudadanos europeos estamos muy concienciados y podemos dormir tranquilos porque las instituciones nos protegen de los transgénicos.

 

Hoy debemos reconocer la otra cara de la moneda. Sospechamos que todo esto ha tenido componentes de escenificación. El caso es que, sin casi oposición, han levantado la moratoria a cambio de una normativa que, entre otras barbaridades, deja la investigación y las pruebas en manos de las propias empresas y no exige etiquetar los piensos para animales (el destino principal de los transgénicos hoy por hoy). Han vendido campos y estómagos a los intereses de cinco grandes empresas.

 

Y ahora que es visible que el Parlamento Europeo no será quien detenga los transgénicos, debemos desandar el camino. Debemos organizarnos para luchar directamente.


4. Cerramos la puerta a Novartis

 

Hoy cerramos la puerta a Novartis, multinacional líder en convertir la naturaleza en fábrica inerte. Fruto de la fusión de las empresas farmacéuticas y químicas Ciba-Geigy y Sandoz en 1996, se dedicó a las «ciencias de la vida» (manipulación genética). El año 2000 junto con Astra-Zeneca (pesticidas y agroquímicos) formó Syngenta que es la mayor transnacional de agroquímicos y una de las mayores de semillas.


– Novartis arriesga la salud de los consumidores introduciendo soja o maíz modificado genéticamente en los alimentos que vende, incluso en papillas infantiles.

 

– Embauca a los agricultores y pone en riesgo a los consumidores, prometiendo cosechas un poquito mayores con su maíz Bt, resistente al insecto barrenador del maíz. Pero su objetivo es conseguir el monopolio del maíz en España, ya que este insecto no causa graves pérdidas en España.

 

– Ya se han detectado varios casos en que el maíz transgénico Compa CB Bt-176 de Novartis Syngenta se ha propagado hacia cultivos convencionales. Incluso ha contagiado en Navarra cultivos de Agricultura Ecológica, anulando así su Certificación.

 

– Introducir el gen del Bacillus Thuringensis que hace la planta resistente al insecto barrenador, es decir, convertir toda la planta en pesticida es una burrada ya que:

* mata también a insectos benignos;

* propicia que el insecto se vuelva resistente a la proteína Bt, inutilizando su uso como pesticida natural (que es especialmente importante en Agricultura Ecológica ya que prescinde de pesticidas de síntesis).

 

– Novartis proclama su adhesión al Pacto Mundial por los derechos humanos y el medio ambiente mientras aprovecha situaciones de debilidad, como la crisis Argentina, para hacer tragar los transgénicos. Syngenta sueña con instaurar virtualmente en América Latina la República de la soja, una gran región transfronteriza donde independientemente de las leyes y peculiaridades de cada país primarían sus semillas transgénicas.

 

– Syngenta-Novartis ha introducido en España el cultivo comercial del maíz transgénico Bt 176 resistente a la ampicilina, a sabiendas de que puede propagar esa resistencia a bacterias e inutilizar el uso sanitario de antibióticos.

 

– Novartis no sufre porque sus semillas transgénicas resistentes a herbicidas aumenten la
contaminación por un mayor uso de herbicidas, ya que también Novartis vende el herbicida glufosinato de amonio.