Colectivo ecofeminista «Las Garbancitas»

¿Quiénes somos?

En las últimas décadas ha aumentado la sensibilidad social acerca de la desigualdad y la subordinación de las mujeres respecto a los hombres. Sin embargo, los problemas que padecemos las mujeres cada día, no sólo no han disminuido, sino que se mantienen e incluso, aumentan bajo nuevas formas. El plus de explotación y abusos que padecemos se presenta -junto a las formas brutales de siempre- adornado con un discurso políticamente correcto. 

 

La mayoría de las mujeres del Colectivo participamos también en colectivos mixtos de hombres y mujeres, entre ellas la cooperativa La Garbancita Ecológica. Nos diferenciamos en edad, situación familiar, experiencia y creencias. Algunas hemos vivido el auge del feminismo como movimiento social autónomo, en un contexto de movimientos populares constituyentes (1975-1985). Pero las más jóvenes no hemos participado en esta etapa. 

 

En la gestación de nuestro colectivo (2007) ha sido importante la participación de mujeres no creyentes, marxistas, libertarias, o simplemente de izquierdas, junto a otras procedentes de familias conservadoras donde impera la doctrina machista y retrógrada de la Iglesia Católica. Nos constituimos convirtiendo esta diferencia en potencia y demostrando en la práctica la fuerza cohesionadora del feminismo. El debate sobre el derecho al aborto ha jugado un papel relevante en la consolidación de nuestro colectivo.

 

Hemos practicado el concepto de “sororidad”, aunque no lo sabíamos. Para nosotras “sororidad” es fraternidad entre mujeres, apoyo mutuo desde lo que nos une: el feminismo. A nuestro juicio, feminismo es una práctica social, cultural y política de lucha de las mujeres contra la subordinación respecto a los hombres. Pero no perdemos de vista que las mujeres no somos iguales en el terreno económico, religioso, político o étnico. Al igual que los hombres, somos trabajadoras o empresarias, consumistas o austeras, pertenecientes a naciones oprimidas u opresoras. La subordinación de las mujeres se inserta en las relaciones de poder que sustentan el sistema capitalista. 

 

Capitalismo y patriarcado se refuerzan en la dominación y la explotación sobre trabajador@s, mujeres y naturaleza. La lucha contra el capitalismo que fía la lucha de las mujeres a una hipotética revolución, es incompleta. Este anticapitalismo impotente, es simétrico al feminismo que predica una identidad esencial de las mujeres desconsiderando las contradicciones de clase y los límites de la naturaleza, impidiendo la cooperación entre la lucha feminista y el movimiento obrero.

 

El sujeto político del feminismo es el conjunto de mujeres que, oponiéndose activamente a su dominación por los hombres, tienen conciencia de las dimensiones económicas, sociales y políticas del capitalismo machista. Hablar sólo de mujeres es hablar de un género abstracto, arrancado de su proceso histórico y su contexto social. El sujeto político feminista no es algo a descubrir con tesis doctorales sino a construir, desde los lugares del dolor cotidiano de las mujeres, con la ayuda de tesis doctorales feministas. 

 

El género, como punto de partida, es una identidad construida susceptible de cambio mediante la militancia de las mujeres. Un movimiento que parte de un “género” esencial no tiene que construir ningún sujeto feminista porque ya existe de antemano. Este dogma, importado de otros esencialismos (obreros, campesinos, religiosos, etc), facilita la degradación del feminismo al jactarse de la llegada de las mujeres a la dirección de ejércitos imperialistas, multinacionales y gobiernos globalizadores. 

 

Apuntamos a un movimiento autónomo de mujeres, participante en la lucha social con la fuerza de las mujeres trabajadoras, profesionales, indígenas, campesinas o ecologistas. La introducción “oficial” de la componente de género no es garantía de una actividad feminista verdadera. A menudo se habla de feminismo desde actividades muy dependientes de subvenciones, vinculadas a las burocracias políticas y, a veces, lideradas por “feministos”.

 

Como colectivo, surgimos de un movimiento social en defensa de la soberanía alimentaria y por un consumo responsable agroecológico, autogestionado y popular. Esto supone atravesar las actividades de consumo responsable y defensa de la soberanía alimentaria con la lucha feminista. Y viceversa. 

¿Qué hemos hecho? 

Las mujeres que participamos en este colectivo, además de nuestras dobles jornadas, tenemos doble militancia social. Para no abandonar ninguna de ellas, nuestro colectivo se reúne en fin de semana. Además de nuestro trabajo práctico mantenemos una actividad de estudio y debate. Podéis ver nuestras elaboraciones en la web. En nuestros comienzos gran parte de nuestros debates se centraron en el tema del aborto. Eso nos llevó a otras cosas: el derecho de las mujeres a decidir, la educación de nuestras niñas en el feminismo, la convergencia entre consumo responsable agroecológico, cuidados y la lucha feminista, el ecofeminismo, etc.