Dignidad animal y ecofeminismo
Consideremos, por ejemplo, la vida de los cerdos. Una cerda reproductora es, según el director de una compañía cárnica, ‘una pieza valiosa de la maquinaria, cuya función es echar cochinillos al mundo como una máquina de chorizos’. Cerdas-máquina embarazadas dos veces al año producen un total de 100 cochinillos, una media de 2,5 camadas al año y 10 en toda su vida. Durante 10 meses al año, la cerda embarazada o en época de amamantar, tiene restricciones de movimiento y no se le permite caminar. Aunque los cerdos son seres extremadamente sociales, a estas cerdas se las mantiene aisladas en compartimentos tan estrechos que ni tan siquiera puede darse la vuelta. Se fuerza el embarazo, bien restringiendo a la cerda físicamente o atándola a un “rape rack” (“potro de violación” es su traducción) donde la monta el cerdo o se la insemina artificialmente. Una vez embarazada, la cerda reside en una jaula de 182 x 60 cm. En estas jaulas estrechas de acero puede estar de pié, tumbarse y poco más. A pesar de eso la cerda continúa haciendo intentos frustrados para construir un nido.
A los cochinillos recién nacidos se les permite amamantar de su madre enjaulada durante varias horas o semanas, dependiendo de la granja. En las granjas con mayor productividad, los cochinillos, a las pocas horas de haber nacido, son aislados en filas de jaulas amontonadas unas sobre otras. Después de varias semanas, se les agrupa en jaulas un poco más grandes. Al poco tiempo de nacer, les cortan el rabo para evitar que se lo muerdan. Se muerden el rabo debido a la dieta monótona que reciben y a la tendencia natural que tienen de hurgar y morder objetos en su medio ambiente. El instinto de escarbar queda frustrado por su existencia en naves de confinamiento.
Una vez que empiezan a comer comida sólida, los cerdos son engordados en pequeños compartimentos hasta que alcanzan el tamaño ideal para su matanza, a los seis u ocho meses de edad. Para facilitar la limpieza, estos compartimentos tienen suelo de cemento o de placas metálicas. Como no se les provee de materiales para dormir es común que se les deformen los pies debido a la dureza del suelo en el que descansan.
El noventa por ciento de los cerdos se crían en naves en penumbra, sin ventanas y en confinamiento. Una existencia miserable que incluye malnutrición y una atmósfera de mucha humedad para inducir el letargo. El síndrome del estrés porcino (una forma de muerte repentina parecida al ataque de corazón humano) y la neumonía micoplásmica (1) son enfermedades comunes. Una vez que alcanzan el tamaño ideal, se transportan en un camión al matadero.
La sociabilidad de los cerdos queda patente en la tendencia a tenerlos como animales de compañía. El lenguaje de la automatización, las granjas industriales y la producción de alta tecnología sirven de vehículo y de licencia para no ver a los animales como seres vivos que viven en condiciones de frustración y terror. Como madre lactante, simpatizo con la cerda, cuya libertad reproductora le ha sido negada, cuya vivencia de la maternidad ha sido arruinada. Como consumidora y vegetariana, visualizo toda esta información cada vez que veo a alguien consumiendo jamón, panceta, chorizo y demás.
Las granjas industriales niegan la naturaleza existencial de miles de millones de animales al año. Nombres impersonales como “unidad de producción alimenticia”, “cosechador de proteínas”, “unidad computerizada”, “máquina productora de huevos”, “máquinas convertidoras”, “biomáquinas” indican que han sido separados simbólicamente de la naturaleza. Esto explica por qué algunas ecofeministas en lugar de apoyar a los animales de granja y luchar contra el sistema que los oprime, no han sido capaces de incluirlos en sus análisis…
Cerda amamantando a su camada. Enjaulada como está, no puede ni girarse para ver a sus crías ni tener contacto amoroso alguno con ellas. ¿Qué maternidad es esa?
En el potro de violación, para que un macho la monte. Estos instrumentos se emplean en los criaderos de perros para inmovilizar a las hembras. No se podrá zafar del macho si no lo desea. ¿Cómo te sientes?
Acción de protesta de Igualdad Animal / Animal Equality (9/12/2007) por el maltrato de animales en laboratorio coincidiendo con el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. Pero podría ser igualmente una imagen de protesta en solidaridad con la vida de las cerdas madre y de sus crías, con una vida miserable.
Un plato de jamón ¿merece tanto sufrimiento?
(1) Nota del Colectivo Feminista Las Garbancitas. Tipo de neumonía causada por la bacteria micoplama neumoniae. Como esta enfermedad es frecuente en los cerdos hacinados en granjas porcinas intensivas, se acostumbra a suministrarles antibióticos mezclados con la alimentación como tratamiento “preventivo” que, según los laboratorios farmacéuticos, ayudan a coger peso y adaptarse a la dieta. El 50% de los antibióticos empleados en el mundo se suministran como tratamientos veterinarios. Este abuso de antibióticos como tratamiento preventivo es la principal causa de que las bacterias se inmunicen a sus efectos y resulten inservibles en los tratamientos humanos. Si no los ingerimos en la comida, podemos hacerlo en el agua ya que es frecuente encontrar contaminación por antibióticos en los ríos y aguas subterráneas.
Extraído de “Ecofeminismo y el consumo de animales” de Carol J. Adams En Karen J. Warren “Filosofías ecofeministas”. Barcelona. Ed. Icaria. 2003. Pág. 208-210).
Carol J. Adams es filósofa feminista y autora de varios libros que exploran la relación entre la opresión de las mujeres en nuestra sociedad y la explotación animal.
El más relevante es “The Sexual Politics of Meat: A Feminist-Vegetarian Critical Theory”. (Políticas sexuales de la carne. Una teoría crítica del feminismo vegetariano) escrito en 1990.