La Seguridad Alimentaria y sus enemigos

El actual desorden alimentario internacional es el mayor productor de hambre y enfermedades alimentarias de la historia. La globalización alimentaria es culpable de millones de muertes por enfermedades vinculadas a la toxicidad de la alimentación industrializada en los países ricos y a la desnutrición en los países dependientes.

La Política Agraria Común (PAC) es exponente principal de este modelo. Desde su creación (1957), extiende la agricultura química, contamina la naturaleza, arruina a campesin@s, destruye empleo rural, artificializa la alimentación y fomenta hábitos alimentarios enfermantes.

El complejo agropecuario y distribuidor que controla la PAC, con la ayuda de sus políticos e intelectuales a sueldo, maquilla sus actividades repartiendo, aquí y allá algunas subvenciones para la agroecología, el equilibrio territorial o el arte en el campo. Su objetivo es legitimar las muertes y enfermedades que Jean Ziegler, exdirector de la FAO, calificó de asesinatos alimentarios.

Las Comunidades Autónomas presentarán a la Unión Europea sus planes de desarrollo rural para el periodo 2014-2020 y los presupuestos necesarios para acometerlos con cargo a los Fondos FEADER. Que este dinero llegue a algunos campesinos ecológicos o consumidores responsables, no es malo. Lo malo es que quienes han saltado de la autogestión a la subvención y se afanan por conseguir su parte, pretenden utilizar a los Grupos Autogestionados de Konsumo agroecológico como su base social.

Las subvenciones al campo sólo han servido para destruir recursos alimentarios propios, empleo rural y cultura campesina, además de contaminar el suelo y el agua, privatizar las semillas y engañar a los agricultores. La Garbancita Ecológica y los GAKs rechazamos la participación en el fomento de la PAC y sus fondos estructurales. Durante la 3ª presidencia española de la Unión Europea (enero-junio 2002) impulsamos el Área de Agroecología y Consumo Responsable del Movimiento contra la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra para denunciar los daños de las políticas agrarias de la UE en materia de seguridad y soberanía alimentaria.

Doce años después, seguimos fomentando el consumo responsable agroecológico mediante autoorganización de consumidor@s con logística propia, responsabilidad compartida campo-ciudad y educación alimentaria de niñ@s, adolescentes y personas adultas.

Necesitamos trazar una línea divisoria entre el consumo responsable agroecológico y el consumismo globalizado. Debemos hacerlo de forma democrática e incluyente, pero dejando clara la filiación y los compromisos de cada cual. De lo contrario, cuando queramos darnos cuenta, estaremos trabajando para el enemigo.