Pasado y presente del consumo responsable agroecológico

Montamos los primeros colectivos de consumo responsable agroecológico de Madrid en 1996 desde las redes sociales del Movimiento Antimaastrich. Contábamos con personas conocedoras del medio rural y la crítica a la agricultura industrializada y globalizada. Media docena de colectivos fuimos dando pasos en las relaciones con los agricultores, el transporte, la problemática de la distribución en Madrid, lo volátil de algunos colectivos y los consumidores individualistas que tenían la suerte de conocernos para beneficiarse del compromiso de los agricultores ecológicos y del nuestro sin implicarse en nada.

Poco a poco fuimos articulando contactos en Madrid y en todo el estado con otras redes de consumidores y agricultores ecológicos. Impulsamos la creación del BAH en el año 2000, poniendo a su disposición las redes de Madrid para distribuir sus productos y creamos una coordinadora, a modo de unidad de compras, para todos los grupos autogestionados de Madrid (2002). Los GAKs y la Coordinadora intervinimos como movimiento de consumo responsable agroecológico en el movimiento antiglobalización (2000-2003).

Las intrigas políticas de las burocracias ecologistas que no consentían un movimiento de consumidores plural y potente fuera de su control, junto a la llamada del PSOE en el 2004 para negociar un decreto para la coexistencia de cultivos transgénicos y no transgénicos -que supuso la ruptura de la unidad antitransgénicos en el estado español- motivaron un cierre sectario en la primavera de 2005 frente a quienes no estábamos por ser teledirigidos por el PSOE ni por ninguna de sus agencias.

A partir de aquí, reagrupamos los colectivos autogestionados que querían comportarse como tales, consiguiendo la dimensión mínima para sufragar los transportes de alimentos a Madrid y garantizar su distribución dentro de la ciudad. En otoño de 2007, empezamos a dar pasos para organizar una cooperativa que resolviera problemas logísticos de los GAKs. En este último periodo hemos mantenido la actividad de investigación, estudio, educación alimentaria, intervención social, apoyo a la Unión de Uniones y a la cooperativa ARAE de Castilla León, apoyo a Pàmies y Albert Ferré, encausados por su acciones directas contra los transgénicos en Cataluña, apoyo a Seralini y su equipo de investigadores por denunciar las falsas investigaciones de las multinacionales y la colaboración de las instituciones europeas para autorizar los transgénicos, apoyo al Grupo de Reflexión Rural argentino contra los latifundios de soja transgénica, etc. Aunque en nuestra web faltan muchísimas cosas, se puede apreciar el peso de la actividad social en nuestro proyecto. Naturalmente, no exigimos a nadie que piense como nosotros, pero dejamos muy claro que somos un proyecto de economía social, vinculado a los movimientos sociales y comprometido con la seguridad y la soberanía alimentaria.

En este momento existe una contradicción en el panorama agroecológico del Estado Español. El crecimiento de la producción no se ve acompañado por el crecimiento del consumo interno. El resultado es una producción agroecológica para el mercado mundial y la distribución globalizada, es decir, un crecimiento a costa de sus atributos agroecológicos más verdaderos. El 80% de dicha producción se exporta, lo que tiene muy poco de agroecológico. Del 20% que se consume en el mercado interior, las ¾ partes fluyen a través de las grandes superficies y de las relaciones promovidas por las instituciones entre productores agroecológicos y consumidores finales (colegios, hospitales, etc.).

Es necesario afrontar la contradicción entre la fuerza de la producción y la debilidad del consumo interno. El subdesarrollo del consumo responsable organizado radica en la impotencia de quienes llevamos 15 años intentando organizar grupos de consumo agroecológico en las ciudades. Esta preocupación, que no es de ahora, nos ha llevado a defender la autonomía del movimiento de consumidores responsables, la construcción de su propia capacidad organizativa y logística para aumentar significativamente el número de consumidores conscientes y desarrollar un mercado interno realmente agroecológico, la personalidad propia de los consumidores organizados en su relación con los agricultores ecológicos y su autonomía respecto a subvenciones y patronazgos.

La Garbancita Ecológica surge para fomentar este modelo desde la tradición de los Grupos Autogestionados de Consumo (GAKs). Sus principios son: autogestión a todos los niveles, economía social, circuitos de distribución cortos (en términos de la máxima cercanía posible y del menor número de intermediarios posible), alimentos de temporada, responsabilidad no sólo nutricional sino también ecológica, cultural y política; soberanía alimentaria, visibilidad del trabajo de cuidados, educación alimentaria y precios populares. Su valor añadido es: a.) la actividad empresarial no lucrativa que garantiza la dimensión económica del consumo responsable, dependiente –a su vez- de la participación y la autogestión; b.) la experiencia acumulada durante un largo periodo de actividad; y c.) el compromiso con la transformación del modelo alimentario desde la fuerza de los consumidores responsables y los agricultores ecológicos en una relación de apoyo y respeto mutuo.

Con la intervención de La Garbancita Ecológica, en sólo 3 años hemos avanzado más que en los 12 años anteriores. Sin embargo, este aumento es insignificante teniendo en cuenta la pequeña dimensión de partida y el volumen de consumidores biológicos que compran a las multinacionales causantes de la inseguridad alimentaria.

Somos una de tantas redes de consumo responsable en Madrid, con una identidad de largo recorrido y un conocimiento de los actores que hoy se mueven frenéticamente para entrar en un mercado ascendente. Debemos debatir los problemas que dificultan el crecimiento del consumo responsable agroecológico buscando líneas de cooperación y sin perder de vista aspectos como: A) aprovechando la alarma social por el auge de enfermedades debidas al exceso y nocividad de los alimentos industriales, crece la oferta de alimentos funcionales y biológicos de las mismas multinacionales que nos envenenan. Esto explica el crecimiento, tanto de la demanda como de las ofertas espurias. No estamos por colaborar con estas dinámicas. B) Parte de las iniciativas que se despliegan para crear mercados locales, están teledirigidas por respetables sindicatos productivistas, globalizadores y dependientes del Estado, cuyos sectores agroecológicos son un maquillaje marginal para tapar sus vergüenzas, así como por burocracias ecologistas fuertemente subvencionadas. C) Existen redes que, con la pancarta de autogestión, sólo piensan en resolver su propio consumo familiar con su propio agricultor sin querer ni oír hablar de cualquier otro problema. D) Pensar en la propia alimentación ecológica o en el propio empleo es totalmente legítimo, pero no lo es agitar la bandera de la autogestión cuando se está asalariado, sostenido o beneficiado por instituciones que fomentan la industrialización, mercantilización y globalización de los alimentos.

Si queremos salvar la producción agroecológica de un crecimiento que contiene casi todos los paradigmas de la producción industrial menos los agrotóxicos, es necesaria la claridad y la transparencia respecto a quién es quién. A partir de aquí, buscar líneas de cooperación. Todos somos necesarios y sólo un movimiento plural podrá llegar a amplios sectores de la población.