Imposición de los transgénicos en África

Durante la última década, Sudáfrica ha llegado a acuerdos comerciales con grandes corporaciones multinacionales como Monsanto que, en un intento de controlar la producción agrícola mundial, promueve la subvención de semillas modificadas genéticamente (MG) patentadas. Por medio de un sistema de incentivos que apoya el monocultivo, los pequeños campesinos son integrados en la agricultura industrial orientada a la exportación. Cuando Sudáfrica aprobó la legislación sobre Organismos Modificados Genéticamente (OMG) en 1997 la mayoría de la gente no era consciente de lo que eso suponía.
Los agricultores caen en la trampa de las semillas MG que les ofrece el departamento de agricultura con la promesa de generosos préstamos bancarios y la perspectiva de enormes beneficios. Pero al final, la mayoría de los agricultores acaban con enormes deudas porque no pueden guardar las semillas y están obligados a comprar los fertilizantes y pesticidas que se necesitan para los cultivos MG.

Los pequeños agricultores están tan necesitados que si les ofrecen las semillas gratis, las plantan sin saber muy bien qué son. Activistas como el Centro Sudafricano para la Biodiversidad, se oponen a este enfoque. Algunos campesinos del Valle de las Mil Colinas en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal han cultivado la tierra orgánicamente desde hace años porque saben que evitar los productos químicos será beneficioso. No plantan semillas MG porque saben que no se pueden guardar para la siguiente cosecha y empobrecen sus suelos.
Los agricultores aprenden a plantar cultivos estacionales y vender sus productos en los mercados locales, como base de su seguridad alimentaria. “Promovemos la agricultura orgánica para crear sostenibilidad, estabilidad y seguridad alimentaria para los pequeños campesinos.” Dejaron de cooperar con el departamento de Agricultura cuando comenzaron a presionarles. El departamento les ofrece equipamientos, tuberías de agua y semillas para introducir los OMG, debido a los acuerdos firmados con las multinacionales que buscan el acceso a las tierras de la gente. Los pequeños campesinos que firman contratos para cultivar OMG pierden el control de la gestión de las semillas, de la producción y a menudo de sus tierras. Esto significa que pierden su soberanía alimentaria. Los OMG marginan a los pequeños campesinos y a los pobres. Vienen tiempos duros para luchar por el derecho de la gente a la tierra y a los recursos. Pero no nos rendiremos.

Fuente: Kristin Plitza. “Global Research”