¿Qué son los transgénicos?

Coloquialmente llamamos transgénicos a los organismos modificados genéticamente (OMGs). Estos organismos se fabrican en un laboratorio a base de introducir en un ser vivo, genes que no pertenecen a su especie.

Las semillas transgénicas cultivadas hoy en el mundo pertenecen principalmente a cultivos como maíz, soja y algodón, aunque también a otras plantas, animales y otros organismos vivos. Estas semillas han sido manipuladas, en primer lugar para ser resistentes a determinados herbicidas químicos. En segundo lugar, para segregar la toxina Bt (Bacillus Thuringiensis) contra el gusano en el maíz y en el algodón, que ya ha empezado a hacerse resistente a dicha toxina. Las multinacionales incorporan a las semillas y plantas transgénicas genes que inutilizan los efectos de los antibióticos, lo que implica que, a medio plazo, los antibióticos utilizados con estas semillas serán inservibles como medicamentos.

Las multinacionales que producen y comercializan transgénicos, los presentan como la solución al hambre en el mundo. Sin embargo, el hambre en el mundo se debe a la dificultad de acceso de los campesinos a recursos productivos como la tierra, el agua, las semillas y otros medios de producción, cuando no el robo o la expropiación que estas empresas propician. Los alimentos transgénicos son una tecnología orientada radicalmente al aumento de la productividad. Los transgénicos agudizan los problemas que prometen resolver: abuso de agroquímicos, crecimiento de plagas, resistencia a los productos que combaten las plagas, aumento de la contaminación de aguas y suelos, pérdida de fertilidad de la tierra, menores rendimientos de los cultivos.

Acrecientan la incapacidad de los agricultores para resolver sus problemas “técnicos” y, con ello, su dependencia de las multinacionales. Las relaciones entre los nuevos genes manipulados y los naturales no son predecibles porque nunca han interactuado juntos en el mismo organismo. No podemos determinar qué pasará en las generaciones futuras de dichos organismos. La investigación de riesgos sobre la salud humana por ingestión de organismos con genes modificados es muy escasa. Se reconoce la inestabilidad de los genes implantados y la contaminación inevitable. En el caso del maíz está demostrado que a través de la polinización cruzada, se transfieren los genes modificados de unas plantas a otras, de unos campos a otros y a lo largo de la cadena alimentaria. Con ello aumentan los riesgos sobre la salud de las personas y del propio ecosistema del que los campos de cultivo y el ganado forman parte.

Los transgénicos suponen el desarrollo necesario de la agricultura química e industrial. Se presentan como la alternativa a algunos de los problemas generados por la agricultura actual: contaminación química, salinidad y erosión de suelos, resistencia de las plagas a los pesticidas, pérdida de cosechas, etc., pero los transgénicos no eliminan el uso de químicos. Aunque las multinacionales aseguran que los transgénicos reducen la necesidad de algunos herbicidas e insecticidas, hasta la fecha, no es cierto. Además, el uso de genes resistentes a algunos herbicidas, abona precisamente la tesis contraria, que aumentará su uso, en la práctica de la agricultura transgénica.

Debemos considerar a la producción “química” y “transgénica” de alimentos como dos formas de la misma agricultura industrial globalizada.

La alternativa a dicha agricultura industrial es la agroecología basada en: a) la independencia de la tecnología de las multinacionales, b) la valorización de los conocimientos campesinos tradicionales, c) la promoción tecnologías accesibles a l@s pequeñ@s agricultor@s y campesin@s pobres, d) el diálogo con la naturaleza, e) la defensa de la seguridad y la soberanía alimentarias para toda la población y no sólo para los sectores con solvencia económica. No podemos pretender el fomento de una agricultura responsable, sin afrontar los problemas de la alimentación mercantilizada e industrializada.