La seguridad alimentaria y sus enemigos

El actual desorden alimentario internacional es el mayor productor de hambre y enfermedades alimentarias de la historia. La globalización alimentaria es culpable de millones de muertes por enfermedades vinculadas a la toxicidad de la alimentación industrializada en los países ricos y a la desnutrición en los países dependientes.

La Política Agraria Común (PAC) es exponente principal de este modelo. Desde su creación (1957), extiende la agricultura química, contamina la naturaleza, arruina a campesin@s, destruye empleo rural, artificializa la alimentación y fomenta hábitos alimentarios enfermantes. Antes de iniciarse, en julio de 2013, las negociaciones a puerta cerrada del Acuerdo Bilateral TTIP, los recursos públicos de la Política Agraria Común-PAC (40% del presupuesto comunitario) ya eran incapaces de garantizar la seguridad alimentaria y un mundo rural vivo y proteger un modelo de agricultura, ganadería y silvicultura vinculada al territorio. Por el contrario, liberalizan el comercio de mercancías alimentarias y liquidan las explotaciones familiares menos competitivas dentro y fuera de la UE.

El modelo alimentario que se deriva del Acuerdo Bilateral EEUU-EU no es contradictorio sino complementario de la PAC. Aunque en las constituciones de la mayoría de los países europeos existe una protección específica a la salud, los derechos de los consumidores y los derechos sociales que suponen un dique de contención a la mercantilización total de la alimentación, el TTIP va a neutralizar las leyes que protegen a las personas, los campesinos y la naturaleza haciendo pagar caro cualquier obstáculo al derecho de los inversionistas multinacionales a conseguir beneficios.

El complejo agropecuario y distribuidor que controla la PAC, con la ayuda de sus políticos e intelectuales a sueldo, maquilla sus actividades repartiendo, aquí y allá algunas subvenciones para la agroecología, el equilibrio territorial o el arte en el campo. Su objetivo es legitimar las muertes y enfermedades que Jean Ziegler, exdirector de la FAO, calificó de asesinatos alimentarios.

Las Comunidades Autónomas presentaron a la Unión Europea sus planes de desarrollo rural para el periodo 2014-2020 y los presupuestos necesarios para acometerlos con cargo a los Fondos FEADER. Que este dinero llegue a algunos campesinos ecológicos o consumidores responsables, no es malo. Lo malo es que quienes han saltado de la autogestión a la subvención y se afanan por conseguir su parte, pretenden utilizar a los Grupos Autogestionados de Konsumo agroecológico como su base social.

Las subvenciones al campo hasta la fecha, en un contexto de políticas para la industrialización, mercantilización y globalización alimentaria, sólo han servido para destruir recursos alimentarios propios, empleo rural y cultura campesina, además de contaminar el suelo y el agua, privatizar las semillas y engañar a los agricultores. La Garbancita Ecológica y los GAKs rechazamos la participación en el fomento de la PAC y sus fondos estructurales. Durante la 3ª presidencia española de la Unión Europea (enero-junio 2002) impulsamos el Área de Agroecología y Consumo Responsable del Movimiento contra la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra para denunciar los daños de las políticas agrarias de la UE en materia de seguridad y soberanía alimentaria.

Trece años después, seguimos fomentando el consumo responsable agroecológico mediante autoorganización de consumidor@s con logística propia, responsabilidad compartida campo-ciudad y educación alimentaria de niñ@s, adolescentes y personas adultas.

Necesitamos trazar una línea divisoria entre el consumo responsable agroecológico y el consumismo globalizado, aunque sea de alimentos ecológicos. Debemos hacerlo de forma democrática e incluyente, pero dejando clara la filiación y los compromisos de cada cual. De lo contrario, cuando queramos darnos cuenta, estaremos trabajando para el enemigo.

Pilar Galindo