Alimentos esenciales para la salud: los germinados

Los germinados, ¿Por qué?

Los brotes y germinados tienen una vitalidad excepcional al ser el germen de una nueva planta en un estado de  enorme riqueza en vitaminas, minerales, oligoelementos (son minerales imprescindibles en una cantidad diaria inferior a 0,05 gr), ácidos aminados (componentes esenciales de las proteínas listos para su asimilación), enzimas (proteínas que aceleran los procesos bioquímicos del metabolismo) y otras sustancias biológicas activas. Todos estos «ingredientes» compensan las carencias que provoca la alimentación cargada de alimentos procesados, azúcar, carne… Los cereales desprovistos de su cubierta exterior y del germen y cocidos durante mucho tiempo, apenas aportan energía y vitalidad. Esta sobrealimentación cuantitativa de los países ricos es, en realidad, una subalimentación cualitativa al carecer de fibra, fitonutrientes y antioxidantes por minusvalorar los alimentos vegetales y, en particular, el consumo de frutas y verduras crudas.

Los brotes y germinados son un alimento completo y una buena opción para iniciar un camino de regeneración de nuestra alimentación. Hacer germinados es sencillo y está al alcance de cualquier persona porque sólo requiere semillas de calidad, agua y cacharros y bolsas de tela. «Se podrían comer germinados casi de forma exclusiva sin necesitar nada más con lo que se trata de una alimentación muy barata que puede proteger del hambre a una parte de la población y a otra de la enfermedad» (Sadruddin Aga Khan, ex-comisario de Naciones Unidas para los Refugiados y Ex-Asesor especial del Secretariado General de las Naciones Unidas).

¿Con qué puedo hacer germinados?

Con cualquier semilla a la que estimulemos su metabolismo en calidad de germen de un organismo vivo -mediante el contacto con agua, aire y  calor- para que inicie las transformaciones biológicas que harán de ella una planta. A su vez, los germinados plantados, desarrollan tallos y hojas que se van cargando de clorofila y se convierten en brotes.

Pueblos como los esenios en sus documentos escritos relatan los procedimientos de germinación. También han salvado de las enfermedades en largas travesías marítimas. En cualquier rincón del planeta hay civilizaciones que se han desarrollado gracias a la vitalidad, fuerza y salud proporcionada por los germinados. Los procedimientos artesanales para la producción del pan, la cerveza, el vino, el queso, se basan en el conocimiento de las transformaciones biológicas para aumentar el potencial vivo de los alimentos.

Sólo nuestra civilización industrial se ha ido desprendiendo de estas técnicas sabias. Hoy nos alimentamos con alimentos muertos, cereales sin germen, escasas verduras cocidas, frutas al final de la comida cuyas vitaminas se destruyen con los acidos que aporta el estómago para digerir las carnes y, en el mejor de los casos, verduras muy cocidas y a altas temperaturas que destruyen toda su vitalidad. Eso sin contar que frutas y verduras se recolectan antes de estar maduras -para aguantar el tiempo y la distancia que necesita la gran distribución- con lo que no alcanzan todo su poder nutritivo.

¿Qué nos aportan los germinados?

 

  • Hechos en casa con un mínimo esfuerzo, lo que nos permite controlar su frescura y su calidad.
  • Plenos de energía, vitaminas y sustancias esenciales para la salud.
  • Se digieren y asimilan fácilmente por lo que no sobrecargan el aparato digestivo.
  • Pueden almacenarse y transportarse fácilmente, si vamos a viajar y necesitamos consumirlos en los días siguientes.
  • Nos devuelven a la naturaleza al convertirnos en jardineros-productores de alimentos. Aprender a hacer germinados es una herramienta de salud y de vida para nosotros, para los microorganismos que nos habitan y para el planeta.
  • Podemos involucrarnos en el cultivo de estos ingredientes esenciales, pequeños y mayores, mujeres y hombres.
  • Recuperamos conocimientos que, al estar ausentes, nos han ocasionado pérdida de salud y vitalidad general en la población, incluido el descenso de la fertilidad natural.
  • La introducción de brotes y germinados en nuestra dieta facilita una transición suave y progresiva hacia una alimentación más vital y nutritiva. Al aumentar la proporción de germinados y crecer el bienestar y la vitalidad, dejan de apetecernos los alimentos que no nos proporcionan estos placeres, reduciéndose el apego por alimentos estimulantes y excitantes.
  • Ampliamos nuestra autonomía respecto al mercado para la satisfacción de nuestra alimentación ganando en suficiencia alimentaria, una capacidad muy mermada para los habitantes de las metrópolis que hemos olvidado nuestras raíces campesinas y mejoramos, por tanto, nuestra soberanía alimentaria.
  • Su bajo coste reduce el coste de nuestra alimentación a la vez que ganamos en calidad nutricional de la misma.
  • Al fortalecerse nuestro sistema inmunológico, reducimos la prevalencia de enfermedades vinculadas a la mala alimentación y, por tanto, contribuimos a reducir la saturación del sistema sanitario y el sobrecoste del mismo con medicamentos que sólo tratan síntomas cronificando la enfermedad porque la población que avanza en alimentación saludable deja de consumirlos.

 

Fuente: Dr. Soleil. Brotes y Germinados Caseros. Ed. Obelisco 1994.

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