Colesterol, esencial para la vida

El debate sobre la necesidad de reducir las tasas de colesterol al mínimo posible, hace años que está sobre la mesa con opiniones muy divididas.

Por iniciativa del sueco Uffe Ravnskov – Premio Skrabanek 1999 y autor de “Mitos del colesterol”-, investigadores y médicos independientes de la industria farmacéutica, agrupados desde el 2002 en el Thincs, “The International Network of Colesterol Skeptics”, afirman que: “nada, en la literatura científica prueba la existencia de un vínculo entre el nivel de colesterol y la  arteriosclerosis”.

El colesterol no es un veneno mortal, sino una sustancia vital para las células de todos los mamíferos. No hay un colesterol bueno y uno malo. El estrés, la actividad física y el cambio del peso corporal pueden afectar los niveles de colesterol. Un nivel alto de colesterol no es peligroso en sí mismo. Puede reflejar un desequilibrio en la salud o no significar nada.

Se dice que un alto nivel de colesterol promueve la arterioesclerosis y las enfermedades coronarias. Pero muchos estudios han demostrado que las personas con bajos niveles de colesterol en sangre desarrollan arterioresclerosis en la misma medida que aquellos con altos niveles de colesterol.

No hay evidencia de que demasiada grasa animal y colesterol en la dieta promuevan la arterioesclerosis o los ataques cardíacos. Muchos estudios demuestran que quienes han tenido un ataque cardíaco no habían comido más grasa que otras personas y que el grado de arterioesclerosis encontrado en las autopsias no guarda relación con la dieta.

Se afirma que la única manera efectiva de disminuir el colesterol es con medicamentos. Sin embargo, ni la mortalidad por problemas cardíacos ni la mortalidad total se han reducido con medicamentos cuyo efecto es la disminución del colesterol. Por
el contrario, estas drogas son peligrosas para la salud y pueden acortar la vida.

Las estatinas, nuevas drogas para bajar el colesterol, previenen enfermedades cardiovasculares. Pero esto se debe, no a la disminución del colesterol sino a otros mecanismos. Desafortunadamente, también inducen cánceres en roedores.

Uffe Ravnskov afirma que la investigación médica está en manos de la industria farmacéutica. Antes de 1980, los investigadores que querían testar un nuevo medicamento eran financiados por quien lo fabricaba, pero este no podía influir en la manera en la que se hacía el test. Actualmente, las Farmacéuticas financian coloquios, talleres, conferencias y honorarios de intervinientes y de autores. También preparan los tests, participan en la selección de pacientes y deciden si las conclusiones de los estudios deben ser publicadas o no. A menudo, quienes redactan los estudios son agencias de relaciones públicas. Posteriormente la compañía farmacéutica pide a investigadores famosos que pongan su  nombre en la portada. Incluso, algunas prestigiosas  universidades son financiadas por compañías farmacéuticas.

La industria farmacéutica tiene el lobby más importante en Washington. Los vínculos entre firmas y políticos son muy estrechos, como hace notar Marcia Angell, redactora jefe del “New England-Journal of Medicine”: Donald Rumsfeld fue presidente del consejo de administración de Searle, importante sociedad farmacéutica antes del ascenso de Pfizer. Mitchell E. daniels, antiguo responsable del presupuesto en la Casa Blanca, fue vicepresidente director de Eli Lilly (conocida por fabricar el Prozac).

 

Es la inflamación la que retiene el colesterol

El doctor Dwight Lundell cirujano jefe en el Banner Heart Hospital Mesa de Arizona, fundador de  HealthyHumansFondation y autor del libro”The Cure  forHeartDisease and The Great Cholesterol Lie” con una  experiencia de 25 años y habiendo practicado más de 5000 operaciones de corazón, reconoce que: “ha llegado el momento de corregir mi creencia en que la enfermedad cardiaca se debe a una tasa elevada de colesterol y que la única terapia posible es tomar medicamentos destinados a hacerlo bajar y una dieta con aporte limitado de grasas.

Cualquier desviación de estas recomendaciones las consideraba una herejía, sin embargo, no son científicamente defendibles.

La causa real de la enfermedad cardiaca es la inflamación de la pared arterial. Sin inflamación, es imposible que el colesterol se acumule en la pared de los vasos sanguíneos. Es la inflamación la que retiene el colesterol y lo acumula.

La inflamación de nuestros vasos sanguíneos se debe a la dieta pobre en grasas recomendada por la medicina convencional. Los grandes culpables de la inflamación crónica son: la sobrecarga de glúcidos simples muy transformados (azúcar, harina refinadas y todos los productos fabricados a partir de ellas) y el consumo excesivo de ácidos grasos oméga-6 y de aceites vegetales, como girasol, soja o maíz que se encuentra en numerosos alimentos transformados.

He examinado miles de arterias. Una arteria enferma es como si alguien hubiera cogido un cepillo y hubiera frotado el interior una y otra vez. Cada día, los alimentos que ingerimos crean  pequeñas heridas que se convierten en grandes y requieren respuesta del organismo a la inflamación.
Las moléculas de azúcar excedente se fijan a una variedad de proteínas que, a su vez, dañan la pared de los vasos sanguíneos. Estas heridas repetidas desencadenan la inflamación. Cuando la tasa de glucosa alcanza picos varias veces al día, es como si se frotara el interior de las arterias con papel de lija.

Los omega 6 son esenciales, pero deben respetar el equilibrio con los Omega-3. Si este equilibrio se perturba la membrana de la célula produce citoquinas que provocan la inflamación  inmediatamente. La ratio ideal del equilibrio es de 3 a 1, mientras que la relación del desequilibrio está, habitualmente, entre de 15 a 1 y de 30 a 1. Este desequilibrio acaba produciendo  enfermedades cardiacas, hipertensión, diabetes y finalmente,  Alzheimer.

El cuerpo humano no está concebido para consumir alimentos ricos en azúcares e impregnados de omega-6. Hay que elegir glúcidos complejos como los de las frutas y verduras coloreadas y disminuir los omega-6. Las grasas animales contienen menos de 20% de omega-6 y son menos susceptibles de provocar la  inflamación que los supuestamente aceites sanos llamados poliinsaturados”.

Finalmente, según Dwight Lundell, la teoría del colesterol ha conducido a las recomendaciones de eliminar la grasa de alimentos recomendados que causan una epidemia de  inflamaciones.

Colesterol, molécula de vida

En Francia, destacan dos estudiosos que hacen un verdadero elogio del colesterol. Uno es Michel de Lorgeril, cardiólogo e investigador en el CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica de Francia) en Grenoble. Lorgeril opina que:

“El colesterol es un indicadorde un modo de vida, pero un mal indicador del riesgo de Accidente Cerebro-Vascular (AVC). Cree que no sirve para nada medir el colesterol, porque lo que cuenta es la superficie interna de las arterias. En caso de lesión importante de la arteria, la fibrina -molécula que circula en la sangre- es solicitada junto a otras células (glóbulos rojos y blancos) para reforzar la reparación y formar un coágulo sólido, pero no obstructivo. Queda, a veces, una cicatriz que puede transformarse en placa de ateroesclerosis y que disminuye el calibre de la arteria, pero sin obstruirla“.

Este científico propone 2 teorías alternativas para explicar la obliteración total de la arteria, ninguna de ellas relacionada con el colesterol: 1) Después de incrustarse los coágulos en la pared de la arteria, el proceso de reparación y cicatrización sigue actuando. La esclerosis prolifera como un tumor benigno y el calibre de la arteria se reduce peligrosamente. 2) La simple disfunción del endotelio va a desencadenar la migración de las células musculares lisas que proliferan como células tumorales benignas y disminuyen el calibre de la arteria.

El colesterol es una de las moléculas más importantes de nuestras membranas celulares. Determina zonas que se llaman “radeaux” (balsas) sobre las que se enganchan las proteínas que permiten la comunicación entre las células (comunicación imprescindible para el funcionamiento coherente del organismo). Al suministrar medicamentos como las estatinas, que perturban el metabolismo del colesterol en las células, se perturba también la comunicación entre las células.

Si se baja el colesterol, hay más depresión y menos deseo sexual, pues es indispensable para el “radeau” lipídico que se encuentra en las neuronas y los receptores de serotonina vienen a engancharse en las balsas lipídicas ricas en colesterol.

Las estatinas lentifican el cerebro, aumentan el riesgo de diabetes, favorecen el cáncer y no tienen efecto protector sobre
las enfermedades cardiovasculares. Sobre la base de parámetros arbitrarios, se fabrican enfermos que no lo eran”.

 

Colesterol, la más bella e indispensable de nuestras moléculas

Philippe Even, bioquímico de formación, antiguo decano de la facultad de medicina de Necker, dirigió un laboratorio de cardiología entre 1964 y 1980 y publicó en febrero de 2013 el libro “La verdad sobre el colesterol”.

 

Según el profesor Even:

El colesterol es la más bella e indispensable de nuestras moléculas. Asegura la robustez de las membranas celulares, en particular las cardiacas, nerviosas y musculares y permite la estabilidad de los receptores hormonales, inmunológicos y neurológicos.

El organismo fabrica el colesterol porque le es necesario. Es un cristal rígido, un elemento estructural de la vida, el esqueleto de las membranas celulares. Asegura la solidez y la permanencia de las membranas, y por tanto, la permanencia de la vida.

Nuestras células se tienen que comunicar para asegurar la coherencia del funcionamiento del organismo. Hay sustancias que se emiten y receptores que responden. El colesterol es la base de todos los receptores.Sin colesterol no hay receptores.

El colesterol transporta las grasas (así como los triglicéridos), pero no es una grasa. Se fija a los ácidos grasos consumidos y toda nuestra energía es debida a la combustión de las grasas. Es la molécula más difícil de producir: conlleva 36 etapas sucesivas y es tan preciosa para el organismo que es la única molécula que no se destruye, solo se elimina parcialmente.

Es muy importante en el movimiento de los músculos, en las tracciones mecánicas e indispensable en las células cerebrales. Las células gliales producen colesterol para las vainas de las neuronas. Sin colesterol, mueren las neuronas. Sirve para fabricar la cortisona, los estrógenos, la progesterona y la testosterona.

Tiene un papel importante en la fabricación de los ácidos biliares. Buena parte de estos va a volver al hígado, de manera que el cuerpo recicla y reutiliza continuamente la molécula de colesterol.

Fabrica mevalonato que a su vez va a ser modificado en varias moléculas que se llaman isoprenoides. Algunas de estas juegan un papel clave al activar funciones celulares, como:

a) El factor Ras que controla los genes de la proliferación celular. Si hay demasiado Ras puede haber cáncer. Esto significa que las estatinas, medicamentos utilizados para bajar el colesterol, pueden facilitar los procesos cancerosos o el envejecimiento.

b) El factor Rho que controla las respuestas inmunológicas. Sin Rho no hay respuesta inmunitaria.

c) El factor que protege nuestras células contra la oxidación.

d) La proteína que, a su vez, controla la fabricación del hueso. Nuestro esqueleto está en renovación permanente y se renueva cada 25 años.

Las estatinas, al interrumpir esta doble construcción del colesterol y del mevalonato, tienen consecuencias sobre todas las funciones del colesterol y de los isoprenoides, una de las vías mayores de la vida. Ninguna molécula es comparable al colesterol. Por tanto, al hablar de estatinas no hay que limitarse al colesterol, pues el mevalonato y sus derivados son igual de importantes.

Una vez fabricado el colesterol, principalmente en el hígado, sale a la sangre y se distribuye por todos los tejidos para todas las funciones descritas. Una parte del colesterol -si es demasiado- no es utilizado por las células y se guarda con un ácido graso en forma de colesterol esterificado. Otra parte, sale de la célula, se pega a moléculas de nombre complicado y regresa en parte hacia el hígado. ¿Qué son esas moléculas que lo transportan haciael hígado? Es el HDL. La industria farmacéutica ha hecho creer que ese colesterol que vuelve al hígado es el buen colesterol.

Pero, en realidad, el colesterol se bifurca mucho antes. En un circuito bastante complicado, el colesterol sale del hígado con el LDL, va a los tejidos, el exceso sale de los tejidos, y una parte vuelve al LDL y retorna a los tejidos y la otra parte, con el HDL, retorna al hígado. No hay colesterol malo, es un engaño inventado por la industria. Sólo hay colesterol.

Relación entre la concentración del colesterol en la sangre y la concentración en los tejidos.

Ningún estudio compara estas concentraciones, porque el contenido de colesterol en los tejidos no se ha medido. Nadie sabe si cuando se encuentra una tasa elevada en sangre es también elevada en los tejidos. Nadie ha medido el espacio de distribución, es decir, el volumenen el que se distribuye el colesterol. No se sabe si está alto en sangre porque está bajo en tejidos, si está bajo en tejidos porque ha pasado a la sangre, o si está alto en la sangre y en los tejidos.

Es pueril pensar que la molécula más obstinada del organismo, tan preciosa que nunca es destruida y tan difícilmente fabricada por el organismo, solo lo fuera para ser un veneno.

Estos datos son amenudo ignorados por médicos y cardiólogos que tienen en la cabeza un mito: “el colesterol es malo para la salud”. A pesar de que numerosos investigadores se oponen al dogma sobre el colesterol, los jóvenes cardiólogos escuchan a sus profesores y leen solo los artículos que estos les recomiendan.

Las agencias internacionales de salud, sobre todo americanas, dicen que hay que tener el menor colesterol posible en sangre, bajarlo hasta 1,5 gramos/l (150 mg/ dl). Esta afirmación procede de un error: “las enfermedades arteriales se deben a las placas. En estas hay colesterol y, por tanto, este es el responsable“.

Esta idea viene de los años 50 y los descubrimientos citados proceden de los 80 en adelante. Los médicos de esas generaciones no siguieron estos descubrimientos y a los nuevos se les enseña como un detalle y sin insistir. De una esta ignorancia se deriva un prejuicio: “el colesterol es el diablo“.

La industria farmacéutica convirtió el colesterol en una enfermedad e instrumentalizó el error de los médicos para crear un gigantesco mercado. Hoy, 200millones de personas en el mundo toman estatinas.

 

Conclusiones del profesor Even: el colesterol transporta las grasas que nutren a las células reparadoras de las paredes arteriales.

1 El colesterol juega solo un papel secundario o, incluso, marginal en las enfermedades arteriales. La enfermedad arterial es una enfermedad inflamatoria debida a los choques de presión arterial en los codos y bifurcaciones de los vasos. Esto produce pequeñas heridas que son reparadas muchísimas veces. Al principio son cicatrices pequeñas y luego forman gruesas placas que no son más que cicatrices. Esto solo existe en los animales que se sostienen de pie: el hombre y los grandes simios que necesitan golpes de presión para que la sangre se distribuya.

En las placas que se forman hay grasa y se sabe muy bien porqué. Las células que repararan las cicatrices son células que se multiplican. Fabrican tejidos que rehacen la pared arterial. Necesitan energía, para lo cual sacan la grasa de la sangre (y por ello están llenas de grasa), pero luego mueren y lo que queda en medio de la placa es un trozo de grasa. Por eso, se encuentra grasa en las paredes.

2 En todo esto, el colesterol no juega ningún papel porque es razonable pensar (si bien no hay pruebas) que los ácidos grasos que el colesterol ha transportado a la placa van a convertirse, a su vez, en irritantes o estimulantes para las células reparadoras. Ahí donde había un macrófago que empezó a reparar lleno de grasas, las cuales van a ser en parte oxidadas y a volverse irritantes- va a llegar un segundo macrófago y así sucesivamente.

3 Estamos en un círculo vicioso en el que los ácidos grasos podrían contribuir al espesor de las cicatrices. En todo caso, no es el colesterol, son los ácidos grasos. El colesterol solo se le encuentra ahí como un cuerpo inerte, estructural, cristalino y puro, que es un testimonio, un marcador, pero no la causa, ni siquiera secundaria. La causa primaria son las heridas ligadas a la presión arterial y la reparación ligada a la inflamación.

Después, es posible que las grasas modificadas pudieran agravar el proceso de cicatrización. El colesterol está ahí porque ha servido para transportar las grasas. En este sentido se podría decir que el colesterol ha jugado un papel terciario en la creaciónde placas.

En el último gran estudio publicado recientemente por la prensa americana sobre las enfermedades arteriales, la palabra colesterol no aparece ni una sola vez. Es decir, los biólogos de hoy, ya no hablan de colesterol.

4 Sin embargo hay un hecho perturbador: la enfermedades genéticas que se acompañan de una tasa de colesterol muy elevada: 6, 7 y hasta 10 gramos, son muy pocos casos. Otros tienen tasas entre 3 y 4 gramos. Estos tienen enfermedades arteriales con frecuencia y aparecen muy temprano. Pero, en este caso, no se trata de la misma enfermedad. No hay placas, sino una infiltración difusa de la pared arterial y el reparto de las lesiones no es el mismo. Las lesiones afectan de manera difusa ypredominan en lugares que no son los de la hipercolesterolemia y se ve en la piel o bajo los ojos. En estos casos, no es el colesterol sino las grasas que él transporta, las que juegan un papel determinante.

Por otro lado, está el problema de la mayoría de la gente, que es el ateroma, de origen inflamatorio, en la que el colesterol tiene un papel de simple marcador.

Página web “preventdisease.com”
Revista “Nouvelobs” febrero 2013: “Dossier sur le Cholestérol”
“La vérité sur le cholestérol”- Philippe Even
“Cholesterol, mensonge et propagande” de Michel de Lorgeril

GuardarGuardar