Diabetes, grasas y dieta

La OMS advierte del crecimiento de la diabetes entre la población: a nivel mundial, se sabe que el 9% de los adultos de más de 18 años padece diabetes, es decir, unos 387 millones. La diabetes mata cada año millón y medio de personas. En España, la cifra es de 5.300.000 millones de personas y ya se considera la patología crónica más frecuente. A estas cifras hay que añadir unos 175 millones de personas no diagnosticadas en el mundo -2 millones en nuestro país-. Se trata de una enfermedad que va avanzando por causa –según la OMS- del sedentarismo y una alimentación inadecuada.

Sin embargo, nada dice la OMS del principal factor de incremento de la diabetes: una ingesta abusiva de azúcar refinada presente en una gran cantidad de alimentos de la dieta actual, masivamente empleada en los alimentos procesados, bollería industrial, refrescos, zumos industriales.
La OMS no sólo no señala al principal ingrediente empleado por la industria agroalimentaria, sino que tampoco recoge las conclusiones de investigaciones médicas que apuntan a una dieta baja en calorías –y sin azúcares- como el mejor método para que la diabetes tipo 2 desaparezca.
Con sólo una semana de dieta hipocalórica los niveles de azúcar en sangre de los enfermos evaluados se normalizan. A los dos meses, se ha normalizado la grasa en el páncreas y puede producir insulina con normalidad. A los cinco meses, con una alimentación ya sin restricciones calóricas, 7 de los 11 pacientes sometidos a estudio seguían sin diabetes tipo 2. (Estudio de Gary Frost. División de Diabetes, Endocrinología y Metabolismo. Universidad de Birmingham, 2014). Las células beta del páncreas dejan de producir insulina cuando en páncreas e hígado hay exceso de grasa acumulada. Esta situación puede revertir tras 8 semanas con una dieta entre 600-800 calorías o una dieta cetogénica –baja en grasas y proteínas- (Doctor Roy Taylor, Prof de Medicina y Metabolismo de la Universidad de Newcastle, 2011). Las pautas seguidas por estas investigaciones están en consonancia con la aparición de la diabetes en pacientes con obesidad mórbida.

La efectividad de esta dieta reside en que, al reducir la ingesta de calorías, el organismo tiene que recurrir a las grasas acumuladas en el páncreas y, a la vez que las elimina, permite que este órgano se recupere y produzca de nuevo insulina dado que, con un exceso de grasas, no podía hacerlo. No es una dieta hipocalórica para toda la vida, sino una dieta de «limpieza». Aunque este aprendizaje nos enseña a seleccionar mejor lo que comemos y a avanzar en unos hábitos saludables en que predominen las frutas, las verduras y las legumbres, en detrimento de lacteos y carnes, el azúcar refinado se consuma de forma ocasional y sustituyamos los cereales refinados por cereales integrales -más nutritivos y con una liberación lenta de la glucosa-.

Este tipo de investigaciones, que apuntan a las causas de la enfermedad, no interesan al complejo farmacéutico cuyo principal objetivo es asociar las enfermedades crónicas con los medicamentos. Sólo promueven investigaciones que apoyen el consumo de fármacos producidos por ellos, asegurándose así un amplio y creciente mercado. Se presentan como los benefactores de la humanidad cuando, en realidad, no tienen ningún interés en que dichas enfermedades desaparezcan y silencian o desprestigian los estudios científicos que apuntan a la alimentación como la solución o que desvelan los efectos secundarios de los fármacos que agudizan el problema que pretendían resolver. Un ejemplo de ello es la extensión de las estatinas que consumen 200 millones de personas en el mundo para reducir el riesgo de enfermedades coronarias cuando hay cada vez más investigaciones que apuntan al riesgo de ictus por consumo de estos fármacos.

Aunque las multinacionales farmacéuticas y la Organización Mundial de la Salud no son la misma cosa, las políticas de esta agencia de Naciones Unidas, lejos de proteger los intereses de la población, con demasiada frecuencia secundan las recomendaciones de investigaciones que promueven el consumo de fármacos, financiadas por la industria farmacéutica.

La salud y la enfermedad están muy vinculadas a nuestros hábitos alimentarios. El consumo responsable agroecológico, en su apuesta por la alimentación saludable, debe abrir una ventana a investigaciones científicas que corroboran los beneficios de una dieta alimentaria saludable y sostenida en el tiempo para prevenir y, también, para curar las enfermedades crónicas de nuestro tiempo.

En estos días de excesos alimentarios parece inapropiado abordar este tema. Sin embargo, también en estos días, solemos hacernos propósitos para acometer en el año que comienza. Así que, no es inoportuno sino muy conveniente, hablar de la diabetes y la dieta en las fiestas navideñas.

 

Más información: ¿Puede curarse la diabetes mellitus 2 con una simple dieta hipocalórica? DiscoverySalud nº 171, mayo 2014 en

http://www.dsalud.com/reportajes/puede-curarse-la-diabetes-mellitus-tipo-2-con-una-simple-dieta-hipocalorica

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