¿Qué hace esa fresa en tu mesa? Consume frutas ecológicas de temporada

Fotos del campo y de la tienda que representan los agroecología y consumo responsable

Cada año, en enero o febrero, encontramos en las tiendas y lineales de las grandes superficies fresón. Se crea la ilusión de que ya ha comenzado su temporada.

Pero, la temporada habitual del fresón y la fresa comienza en primavera y se prolonga hasta junio, según venga el clima.

Es cierto que hay distintas variedades y algunas pueden ser más tempranas.

Pero también es cierto que el cultivo de la fresa se ha desarrollado bajo el modelo de la agricultura industrial de precisión.

Esto ocurre desde hace décadas y fruto de la presión competitiva del mercado globalizado. Mercado que demanda fresas y es capaz de pagarlas a precios muy altos al comienzo de la campaña.

Cambia tu alimentación para que no cambie el clima

Nos preguntamos ¿qué hace esta fresa en tu mesa?

Desde La Garbancita Ecológica apostamos por consumir fruta ecológica de temporada. Y vamos a explicarte porqué.

Veamos los rasgos del mercado globalizado en esta delicada y apreciada fruta.

En el movimiento que describe esta fruta-mercancía, desde el laboratorio hasta la mesa, podemos visualizar tanto las caracteristicas del modelo alimentario globalizado como sus nefastas consecuencias.

Producción y distribución a gran escala

Se trata de una producción altamente especializada. El ciclo de producción-distribución engloba a toda la geografía planetaria, aprovechando las ventajas competitivas que las multinacionales alimentarias se encuentran en cada lugar.

En el caso de la fresa y el fresón, la investigación y producción de variedades se desarrolla en California, los semilleros en Valladolid y el cultivo en Huelva.

Huelva es el segundo enclave productor mundial de fresa, tras EEUU. El cultivo se produce en forma de monocultivo a lo largo de 9.500 hectáreas.

Cultivo concentrado en unos cuantos municipios con muchos pozos ilegales en un acuífero y un espacio natural amenazado.

Allí se emplea mayoritariamente mano de obra inmigrante, principalmente mujeres. Se contrata en origen en Ecuador, Polonia y Rumania.

Previamente se desplazaron los jornaleros magrebíes que sustituyeron, a su vez, a los jornaleros andaluces. En las últimas campañas, han moderado la contratación en origen, apostando por el empleo de población local.

Sin embargo, se mantiene la contratación de 2.000 mujeres procedentes de Marruecos. Una vez recolectada, la fresa se distribuye, con vistas a ser consumida, en los mercados de alto poder adquisitivo de Europa situados en Francia, Alemania y Reino Unido.

Agricultura intensiva en capital

Debido al alto consumo de fertilizantes, plásticos, pesticidas y mano de obra, este cultivo requiere un importante volumen de capital en cada campaña.

El cultivo de la fresa es financiado en una parte importante del mismo, en el caso de las explotaciones más pequeñas, por los bancos.

Especulación de precios y operadores alejados de las necesidades alimentarias de la población

Controlados por grandes distribuidores en los mercados-destino, los precios variarán seguramente a lo largo de la temporada.

Hay una gran diferencia entre el precio pagado por lxs consumidorxs (muy por encima de los costes de transporte, almacenamiento y conservación)  y el percibido por lxs agricultorxs.

La inflación estacional de los precios de la fresa se explican por:

  1. la vida efímera del producto,
  2. el poder adquisitivo de amplias clases medias de los países ricos, cada vez más acostumbradas y dispuestas a pagar por tener frutas y verduras de cualquier temporada todo el año.

Al comienzo, los precios al productor están altos y pueden cubrir ampliamente los costes.

Según avanza la campaña y concurren más productores de distintas zonas, la distribución comienza a negociar precios más bajos.

El margen temporal del productor/a, con la fresa en el campo o ya en el almacén, es pequeño.

No avenirse a las condiciones impuestas por la distribución puede suponer, para el productor, tener que tirar producto una vez cosechado.

Al final de la campaña, los precios pueden ser tan bajos que no compense el coste de recogida y sea más rentable no recoger.

Todo ello, a pesar de los gastos ya realizados y las deudas contraídas.

Si hay más producción de la que absorbe el mercado a unos precios que cubren costes, la campaña puede finalizar antes de lo previsto.

Eso significa, la destrucción del producto que aún queda en campo cuando los precios caen por debajo de coste.

Un coste de por sí elevado, más aún si ha sido fiado por un banco para ser devuelto tras la cosecha.

Violencia competitiva

Esta dinámica produce una fuerte competencia entre agricultores y entre regiones productivas. Existe una pugna entre sí por llevar antes su producto al mercado, cuando la escasez de oferta permite un precio más elevado.

Obtener ventajas competitivas requiere mayor inversión en variedades más tempranas y adelantar el cultivo. Aunque suponga asumir también mayor riesgo de condiciones climáticas adversas (heladas).

Estos esfuerzos pueden verse arruinados con la aparición en el mercado de fresas provenientes de climas más benignos.

Que, además, se adelantan de forma natural, sin ese sobrecoste. Este cultivo descarga los problemas de competitividad sobre la explotación y precarización de lxs trabajadorxs del campo.

En parte, es debido a la estacionalidad y a la intensidad del trabajo humano. Esto supone reducción de salario, alargamiento de jornada, trabajo a destajo e incumplimiento de convenios.

Esta situación implica una clara vulneración de las leyes y la indefensión de las personas inmigrantes. Especialmente, la indefensión de las mujeres contratadas en origen.

Este modelo tiende a extenderse al resto de las contrataciones de trabajos agrícolas temporales.

Ruina de las pequeñas explotaciones. Deslocalización. Migraciones

La competencia del mercado internacional provoca la sustitución de las zonas de cultivo tradicional por las de mayor ventaja para los mercados internacionales.

De Aranjuez a Huelva y de Huelva a Marruecos. La producción se concentra en las empresas agrícolas más grandes y con mayor capacidad financiera.

Estas empresas más grandes y competitivas negocian los precios de la zona en nombre de todos los productores.

Supuestamente unifican los intereses de todos los productores ante los grandes operadores de la gran distribución mundial. Pero, esta estrategia tiene truco.

Estas grandes empresa snegociadoras ya han movilizado sus capitales a las nuevas regiones productoras. De este modo, contribuyen a la bajada de los precios y al excedente de producción.

Tras inmensos beneficios, crisis y diversificación bajo el mismo modelo de explotación de naturaleza y trabajo

El cultivo de la fresa se trata de una de las producciones “modelo” de la agricultura industrial para el mercado mundial. A pesar de esto, desde hace unos años los empresarios freseros se quejan de que el negocio va mal.

¿Cómo puede ser que uno de los cultivos más punteros en tecnología, que más explota la tierra y el trabajo y que es más demandado por los consumidores esté en crisis?

Esa crisis, ¿ha servido para reconducir la producción a modelos más sostenibles que no sobreexploten el acuífero ni la mano de obra migrante? Parece que no.

Han optado por la diversificación de frutos rojos añadiendo frambuesa, arándanos y mora.

Pero bajo el mismo modelo de producción fuera de su temporada natural y para la exportación a los mercados centroeuropeos. Años después de la crisis aparece una mayor superficie de cultivo. En 2005 había 7.000 ha dedicadas a la fresa.

En la campaña 2022/2023, han pasado a 12.000 ha, de las cuales 6.100 son fresa y el resto frutos rojos. Aunque la temporada natural de frambuesa y arándanos es el verano ya están en el mercado.

La consecuencia: más explotación laboral y del acuífero de Doñana con un crecimiento de abastecimiento mediante pozos ilegales. La dinámica del mercado globalizado de la fresa convencional ha penetrado también en el mercado ecológico.

En febrero encontramos fresa ecológica a precios desorbitados y sin apenas sabor porque no es su momento.

Lo mismo está ocurriendo con frambuesa y arándanos. Por eso, en febrero nos preguntamos: ¿Qué hace esta fresa en tu mesa?

En La Garbancita Ecológica no ofrecemos fresas, frambuesas ni arándanos fuera de temporada.

No queremos colaborar con esta dinámica especulativa. Pero hace falta la colaboración de lxs consumidorxs.

Y animamos a la reflexión de lxs lectorxs de este boletín sobre las consecuencias de demandar fruta de fuera de su temporada. En particular, fresa o frutos rojos. Consume frutas ecológicas de temporada.

Ahora es el momento de naranjas, mandarinas, pomelos, limones, kiwis, manzanas, peras, plátanos, granadas. Disfrútalas.

Más información:La fresa como ejemplo del modelo alimentario globalizado

Te sugerimos visites la sección Diálogo Agricultores-Consumidores de nuestra web.

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