¿Sal refinada? No, gracias. Veneno blanco en nuestra dieta
La sal es un condimento y conservante que tiene mala reputación en las sociedades obesogénicas. Pero hay una sal buena y otra mala.
La sal es nutriente indispensable para la vida. Regula el equilibrio de los líquidos en el organismo, mantiene la presión arterial, ayuda a la hidratación y a transmitir los impulsos nerviosos. Estas propiedades nos las proporciona la sal marina natural o de montaña.
La popularmente conocida como “sal de mesa” esconde tras ese nombre familiar un alimento tóxico asociado a una larga lista de enfermedades: la sal refinada. El exceso y el consumo de esta sal refinada convierte este inocente ingrediente en un veneno.
La sal en la historia
La sal es el condimento más antiguo y popular del mundo, como atestiguan los registros de la época del emperador chino Huangdi en el año 2.670 a.n.e. Desde hace miles de años la sal se utiliza para resaltar los sabores de los alimentos, para conservarlos, para evitar la deshidratación, como antiséptico para heridas y para detener hemorragias.
En la antigüedad, la sal fue moneda de cambio, y los jornales se abonaban en sal. Egipcios, romanos y mayas, consideraban la sal como un producto valioso y apreciado. Estas son las raíces del término moderno derivado del latín: el salario.
De ser un bien altamente valorado y preciado, empleado de forma moderada en la antigüedad, ha pasado en la actualidad, con su abuso, a ser denigrado por su vínculo con enfermedades cardiovasculares o la hipertensión. Siendo cierto que debemos reducir drásticamente el consumo de sal en nuestra dieta, para hacerlo bien debemos diferenciar la sal buena de la sal mala.
Sal buena y sal mala
Lo primero es distinguir entre la sal marina o natural, que se produce a través de la evaporación del agua del océano o de lagos de agua salada; y la sal industrial de mesa, que se consigue a través del refinado industrial que acaba con los múltiples oligoelementos de la sal natural hasta convertirla exclusivamente en cloruro de sodio.
El refinado en un proceso que elimina lo que considera impurezas la sal marina, pero con ello convierte un alimento saludable en un tóxico para nuestro organismo, como bien explica Néstor Palmetti en su libro “La Sal Saludable”.
Los componentes principales de la sal natural son el cloro y el sodio, pero contiene otros 82 elementos que, si bien suponen solo el 10% de su composición, le aportan riqueza nutricional. Sin embargo, la sal refinada que produce la industria alimentaria al contener únicamente cloruro sódico nuestro organismo no la reconoce porque no existe en esa forma en la naturaleza y nos resulta extraño. Su pureza química nos daña. Pero la producción generalizada la han convertido en la sal más comúnmente consumida.
Daños del consumo de sal refinada
Los perjuicios para la salud del consumo de sal común refinada son muchos:
- Hipertensión arterial. El consumo abundante de sal aumenta la presión arterial, efecto que se incrementa con la edad, aunque no sea el único factor que interviene en la hipertensión y coadyuven la obesidad, un estilo de vida sedentario, ciertos medicamentos, entre otros factores.
- Enfermedades cardiovasculares. A mayor consumo de sal, mayor probabilidad de sufrir ictus, posiblemente porque la sal contribuye a la rigidez de las paredes de las arterias.
- Enfermedades de estómago, como gastritis atrófica, úlceras o cáncer de estómago.
- Deshidratación y retención de líquidos. El consumo excesivo de sal refinada, desprovista de los oligoelementos saludables de la sal natural marina, hace que las células se deshidraten a la vez que favorece la retención de líquidos porque tiene que intentar eliminar aumentando el consumo de agua que luego no pueden eliminar los riñones y se acumula en el organismo.
- Descalcificación y obesidad. La sal refinada requiere para compensar su falta de otros componentes del plasma marino gran cantidad de calcio que se elimina con la orina y favorece la osteoporosis. La sal que no se elimina por los riñones se deposita en las grasas como el resto de tóxicos que no somos capaces de eliminar. Otra forma de depósito son, en asociación con aminoácidos de lácteos y productos cárnicos, los cristales de ácido úrico que se acumulan en los huesos y articulaciones (artrosis), en forma de arenillas y cálculos en vejiga,riñón y vesícula, incluso en las arterias
Consumo responsable de sal
Para evitar estos problemas la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo diario máximo de 5 gr de sal al día, que corresponden a 2 gr de sodio. Sin embargo, el consumo medio de sal en el Estado Español es de 10 gr diarios.
Las necesidades mínimas de sodio (unos 500 mg, equivalentes a 1,25 gramos de sal, que es la punta de una cucharilla) están perfectamente cubiertas con el consumo de alimentos en su forma natural, es decir, no es necesario añadir sal a los platos.
Muchas verduras, como las acelgas, contienen sodio. Si procuramos comerlas crudas en ensalada o las cocemos poco y no tiramos el agua de cocción, esas sales naturales quedan en nuestro plato. Y, si añadimos sal, que sea sal marina y natural, sin refinar, para que conserve todos sus nutrientes y oligoelementos.
Además hay que vigilar la “sal invisible”. Muchos productos preparados e industriales contienen sal refinada. Se emplea sal por su palatabilidad y como conservante en pan, aceitunas, quesos, embutidos, aperitivos, yogures, cereales de desayunos, zumos envasados …
Para evitar la sal invisible es recomendable incrementar el consumo de alimentos frescos, elaborados en casa, ecológicos y de cercanía, reducir el consumo de productos precocinados o conservados y evitar los ultraprocesados.
Hace falta educar el gusto y acostumbrarse a un sabor salado menos intenso. Así, vamos a redescubrir el verdadero sabor de los alimentos, además de cuidar a nuestro organismo y al planeta.
¿Te unes al reto?
Más información:
La sal, algo más que un condimento.
La sal saludable: alimentos que matan, alimentos que curan”Nestor Palmetti
Editorial del boletín de la Cesta Básica del 8 de mayo de 2024.
#EmergenciaClimática #SoberaníaAlimentaria