En memoria de Antonio Bello

Conocí a Antonio Bello en el otoño de 1995 en el Mas de Noguera (Castellón) – referente de la innovación agrecológica del País Valenciano- en un encuentro que organicé cuando trabajaba en Plataforma Rural para fomentar la transición a la agricultura ecológica. Me cautivó su pasión por la “agricultura en armonía con la naturaleza” como le gustaba decir pero, sobre todo, su apego a los campesinos que eran los protagonistas de todos sus relatos e investigaciones.

En aquellos años Antonio estaba fuertemente involucrado como investigador del Departamento de Agroecología del CSIC en hallar alternativas para desterrar el bromuro de metilo de los cultivos intensivos y, en particular, de la fresa en Huelva, mientras el Ministro Borrell -el medio ambiente tenía solo rango de Secretaría General, a cargo de Cristina Narbona- defendía los intereses de las empresas fumigadoras en los foros internacionales. Antonio se empleó en demostrar que el bromuro de metilo sólo reproducía el problema y, además, aumentaba mucho la factura de los agricultores.

La enfermedad del suelo es su desequilibrio biológico. La solución vino de la mano de las prácticas tradicionales de los agricultores, empleando  restos de cultivo en fermentación, estiércol fresco o residuosorgánicos (vinazas), enterrándolos en el suelo o cubriéndolo con plásticos y regándolos para promover un rápido desarrollo de la microbiología en el terreno reequilibrando lo que estaba desequilibrado. Pero había que demostrarlo.  Antonio, sus colaborador@s y los agricultores a los que ha acompañado durante años, pudieron demostrar que no sólo los restos de cosecha infectados no enferman el suelo sino que contribuyen a sanarlo (“similis similia curentur”, el principio de la homeopatía) porque crean una situación revulsiva en la que la humedad y el calor provocan la elevación de temperatura (como si fuera fiebre) propiciando el crecimiento de los microorganismos descomponedores y generando con ello la reducción drástica de la población de los nematodos fitopatófagos que atacan a las plantas. Esta solución es barata y efectiva, aunque exige darle unos 20 días a la tierra para recuperar la vida y fertilidad del suelo. Al final del proceso las poblaciones microbianas se han reequilibrado, el suelo tiene materia orgánica madura a disposición de la  planta, con un suelo más esponjoso y húmedo que drena mejor y requiere menos agua.

Su aire despistado, de investigador alejado de lo cotidiano, lo compensaba aplicándose con devoción a resolver los problemas de los agricultores en suelos enfermos de tanta intensificación y tanta química. Era Doctor en Zoología, investigador del CSIC desde 1964 y un experto en nematodos, el mejor indicador cuando el suelo está agotado y pide a gritos un descanso y más cuidados. Fue asesor internacional de la ONU para alternativas al bromuro de metilo y dirigió el Departamento de Agroecología del CSIC.

Antonio fue uno de los fundadores de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) y uno de los que más pelearon para que la investigación agroecológica estuviera del lado de los campesinos y no sólo de la academia. Hacía investigaciónacción-participativa antes de que así se llamara. También apostó por abrir la SEAE a nuevas  inquietudes y a consumidor@s militantes como nosotr@s construyendo desde la nada y desde abajo del todo, el mercado del consumo responsable agroecológico  autogestionado.

El 30 de marzo de 2005, el GAK del CAES le invitamos a la presentación de “La fresa amarga. La situación de los temporeros de la fresa en Huelva”. Una investigación colectiva sobre el sufrimiento que lleva aparejado este cultivo, amparada por organizaciones sociales que denuncian la situación de explotación de los jornaleros de la fresa, principalmente mujeres emigrantes, encerradas en cortijos y tratadas como mano de obra semiesclava. Aún no contenía la mirada crítica sobre el uso de plaguicidas que tuvo su segunda edición “¿Qué hace esa fresa en tu mesa?”, un año después. Esa fruta hoy sigue concentrando los niveles más altos de residuos y la mayor combinación de  pesticidas de las frutas y hortalizas europeas. Antonio se empleó a fondo en la difusión de ese libro involucrando a la SEAE que nos compró 100 ejemplares para distribuir entre sus asociad@s. Ese día le acompañaba José María Gómez, de Biomasa Peninsular, cuya empresa trabajaba en la transformación de residuos en compost para su  aplicación en la recuperación de la fertilidad de la tierra.

Un año después, en pleno agosto, nos ayudó para que presentáramos en el VII Congreso de SEAE en Zaragoza (18-23 septiembre de 2006) el libro que acabábamos de editar sobre el incipiente movimiento de consumo responsable agroecológico en el estado español y las teorías que sustentan su necesidad “Agroecología y Consumo Responsable. Teoría y Práctica”. Quedaban 3 ó 4 semanas para su celebración. Hoy ya se habla mucho de impulsar el consumo responsable agroecológico, pero entonces estábamos acuñando las primeras experiencias y las primeras palabras haciendo nuestra propia investigación-acción-participativa como grupos autogestionados de consumo.

Recordamos otro encuentro con Antonio entre el 26 y el 29 de noviembre de 2008, esta vez en su tierra natal, con motivo de soilACE “II Conferencia Internacional sobre Eco-Biología de Suelos y Compost”, realizada en el Centro de Congresos Jardines del Taoro, Tenerife. Antonio Bello ayudó a que la cita fuera en su querida Tenerife. Biomasa Peninsular organizador del encuentro, nos invitó a presentar La Garbancita Ecológica. Y Antonio auspició una mesa redonda con varios de los asistentes a la Conferencia en Radio San Borondón, una emisora popular de Canarias: compartí mesa con Antonio Bello, Curro, agricultor de producción integrada de la cooperativa del Perelló (Valencia) y Alberto Cañedo, flamante alcalde de Carcaboso, que iniciaba la transformación agroecológica del municipio desde la alcaldía: escuela agroecológica, municipio libre de  transgénicos, banco de tierras, etc.
Antonio también era el responsable de Agroecología de AgroPalca, la revista trimestral de la Unión de Uniones en Canarias que inició su andadura en 2008. Ese verano me propuso escribir un artículo sobre consumo responsable agroecológico para el nº 3. Este fue el comienzo de una larga colaboración que continúa desde entonces.

En abril de 2009 Antonio nos pidió ayuda. Un investigador cubano, Iván Castro Lizazo, iniciaba una estancia prolongada en España para desarrollar su tesis de  biodesinfección de suelos con él. Tenía una beca para alojamiento de muy escasa cuantía. En La Garbancita Ecológica nos movilizamos y distribuimos la petición entre cooperativistas y amig@s. Un cooperativista le acogió en su casa durante dos años. El Grupo de Estudios Agroecológicos de La Garbancita contamos con la ayuda de Iván para profundizar en el estudio de la agroecología y los huertos urbanos en Cuba, y organizamos un par de charlas abiertas a los consumidores de La Garbancita sobre la soberanía alimentaria y los huertos urbanos en Cuba. Comprobamos que en Cuba la ciencia está realmente al servicio del pueblo y la agroecología urbana cuenta con investigadores a pie de barrio para resolver los problemas. Iván es hoy es Decano de la Facultad de La Habana y Antonio Bello está un poco allá, en la extensión agraria de la biodesinfección de suelos impulsada por Iván y otros investigadores cubanos con los que Antonio ha trabajado estrechamente durante años.

Quienes estaban cerca de Antonio destacan su capacidad infatigable de trabajo y una inteligencia privilegiada. Pero el CSIC no supo valorar estas cualidades ni los resultados de sus investigaciones. La Ministra Garmendía, agente de las multinacionales biotecnológicas en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, dinamitó la continuidad de su trabajo al cerrar el Departamento de Agroecología en enero de 2010. Antonio Bello se jubiló ese mismo verano.

El pasado 25 de febrero de 2015 falleció Antonio Bello en un hospital de Madrid en compañía de dos de sus más fieles colaborador@s y amig@s, María Arias y Casimiro Martínez. El 26 de febrero fui a despedirme de él reencontrándome de nuevo con Curro y otros agricultores venidos desde el Perelló. Palas y otros agricultores de La Unión de Uniones habían estado por la mañana. Incineraron su cuerpo. Sus cenizas vuelven a la tierra que le vio nacer para fundirse fértilmente con ella según nos dijo su hermano Pancho. Antonio Bello nació en Tenerife de madre maestra y padre agricultor. Fiel a las enseñanzas de sus progenitores estuvo siempre educando y aprendiendo de los  campesinos.
Amigo Antonio, tu parte material retorna a la tierra para fundirse con ella y renovarla en 2015, cuando FAO ha decidido que este sea el Año Internacional de los Suelos y el 5 de diciembre el Día Internacional del Suelo. Querido amigo, tu espíritu “combativo” –aunque sabemos que esa palabra no te gustaba- se queda entre nosotros.

Para profundizar en la huella que nos ha dejado Antonio Bello:

– Presentación y video de las investigaciones sobre biodesinfección de suelos en boca de sus mejores colaboradores, los agricultores y los científicos que trabajaban con él en España y Cuba.

– El número 6 de La Revista Agricultura Ecológica de SEAE (invierno 2012) “La Salud de los Sistemas Productivos” contiene diversos artículos sobre enfermedades del suelo, biodesinfección, control biológico de plagas y equilibrio del agrosistema a cargo de Javier Tello, Clara Nichols, Steve Gliessman, José Luis Porcuna y Antonio Bello.

– La Ministra Garmendía cierra el Departamento de Agroecología del CSIC. Artículo publicado en Tachai.

– Agroecología y Política Científica en España.

– Entrevista a María Arias sobre el cierre del Departamento de Agroecología del CSIC

Homenaje de Juan José Ibañez, investigador a quien Antonio Bello dirigió su tesis

– Entrevista a Antonio Bello en Radio San Borondón sobre el Año Internacional de la Agricultura Familiar, marzo de 2014.

– Declaración del Año Internacional del Suelo