Frutos Secos: La "Carne Vegetal". Almendras y Avellanas

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Avellana

Las avellanas son una excelente fuente de proteínas. Para su conservación, se pueden mantener durante varios meses en un lugar fresco y hasta dos años en el frigorífico.

Contiene agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono, celulosa, vitaminas A, B, D, C, calcio, fósforo, hierro, potasio, sodio, magnesio, azufre, silicio y cloro, así como casi todos los aminoácidos esenciales. Estos nutrientes le aportan cualidades remineralizantes y reconstituyentes.

Considerada como alimento formador y reparador de los tejidos es muy aconsejable para el crecimiento de los niños. Por su riqueza en hierro bioasimilable es excelente en casos de anemia simple producida por la escasez de hierro en la alimentación. También se recomienda a trabajadores intelectuales o a personas con problemas de metabolismo o de hígado. Es ideal para el sistema nervioso y para enfermos del riñón. Por su escaso aporte en sodio, es muy apropiada para los hipertensos. Los frutos secos no se recomiendan a los enfermos de vesícula biliar y del hígado, aunque hemos visto que la avellana tiene propiedades curativas para estos últimos.

De todos los frutos oleaginosos, es la que contiene mayor cantidad de materias grasas nitrogenadas  y la que mejor se digiere. Se puede preparar leche de avellanas del mismo modo que con las almendras.

Por su alto valor calórico se desaconseja su consumo a las personas obesas. Cien gramos de nueces tienen 686 calorías y 100 gr. de avellanas 640. En todo caso, no se trata de añadir frutos secos como alimento extra a lo que ya comemos. Sino de reducir la ingesta de carne cuyas proteínas vienen acompañadas de grasas que son más pesadas de digerir y contienen colesterol. Siete u ocho almendras o avellanas cada día (como para hacernos un vaso de licuado) sólo aportan 50 calorías y contienen los nutrientes y las cualidades saludables que nuestro organismo necesita.

Diversos estudios demuestran que, consumidos diariamente, los frutos secos no producen obesidad sino todo lo contrario. La introducción de los frutos secos como alimento extra (entre 42 y 70 gr de almendras diarias) durante 6 meses en la dieta no incrementa el peso en hombres y mujeres con peso normal, lo aumenta un poco en personas bajas de peso y llega a reducir peso en personas con sobrepeso, porque la ingesta de frutos secos produce saciedad y, por tanto, reduce el consumo de otros alimentos. En personas sometidas a dietas bajas en calorías para adelgazar se consigue una reducción de peso más prolongada y una mejor aceptación de la dieta por sensación de saciedad cuando se incorporan 84gr diarios de almendras.

Almendra

Hay almendros que dan almendras dulces (Prunus Dulcis) y otros amargas (Prunus amara). Se trata de variedades distintas.

La almendra amarga no se considera alimento, aunque se emplea como aromatizante en pastelería (en cantidades pequeñas) y como aceite esencial con propiedades curativas y cosméticas. No se come porque contiene amigdalina que, en contacto con la saliva, forma glucosa, formaldehído (el responsable del sabor amargo) y ácido cianhídrico o prúsico. Este ácido al cristalizar se convierte en cianuro, veneno que causa una asfixia mortal si se ingieren 10 almendras amargas, en el caso de un niño y 20, en el caso de un adulto. En cantidades más pequeñas puede producir nauseas, trastornos respiratorios e hipotermia. La amigdalina se encuentra también en las semillas de toda la fruta dulce de hueso, pero como el hueso no se ingiere, no hay peligro de intoxicación. También se encuentra en la almendra dulce, aunque en menor cantidad que en la amarga, y desaparece cuando madura. Por eso se recomienda no comer almendras dulces cuando aún están tiernas.

Las almendras dulces contienen: agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono y celulosa, así como, vitaminas B1, B2,  B3, C, A, D y E. También son ricas en minerales: calcio, fósforo, potasio, hierro, sodio, azufre, magnesio, manganeso, cloro, cobre y cinc. Al aportar esa variedad y cantidad de nutrientes son remineralizantes, antisépticas y energéticas. Por su riqueza en fósforo y potasio, azufre y vitaminas, fortifican el sistema nervioso.

La almendra se digiere más fácilmente que la nuez y aumenta la secreción de la leche materna. Además, contiene ocho aminoácidos esenciales que facilitan la asimilación de las proteínas de la almendra. Es un antiséptico intestinal y urinario y por su cualidad remineralizante se recomienda en convalecencias y para el crecimiento.

Con las almendras puede hacerse leche, un buen sustituto de la leche de vaca. Para hacer esta clase de leche, se preparan siete u ocho almendras sin cáscara, pero con piel, se ponen en remojo con agua de la noche a la mañana, se quita la piel, se licuan y se toma a la temperatura ambiente. Como el calor destruye los valores nutritivos, nunca debe hervirse.

(Referencia: “Frutos secos, peso corporal y resistencia a la insulina” en Frutos secos, salud y culturas mediterráneas. Editores Jordi Salas-Salvadó, Emilio Ros Rahola y Joan Sabaté Casellas. Editorial Glosa. SL. Barcelona 2005)

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