
¿Qué hacemos con los residuos radiactivos de las centrales nucleares?
Cuando las piscinas de las centrales nucleares se saturan, los elementos combustibles pueden guardarse en almacenes temporales en seco. Únicamente en dos de las centrales nucleares (Zorita y Trillo) existen los llamados Almacenes Temporales Individualizados (ATI). Al disponerse de un ATI no se plantea problema de saturación de la piscina, generalizado en las demás centrales nucleares.
La ATI de la central de Zorita acoge actualmente 12 contenedores que guardarán los componentes del reactor junto a 218 toneladas de combustible gastado y se encuentra a un 70% de grado de ocupación. La ATI de Trillo (Guadalajara) supera el 20% de grado de ocupación y consiste en un edificio ventilado con muros y techo de hormigón capaz de alojar 80 contenedores de doble propósito (almacenamiento y transporte).
Tras el incendio sufrido en 1989, la central de Valdellós I (Tarragona) fue clausurada, comenzando su desmantelamiento en 1990. Sus residuos de alta intensidad fueron enviados, previo pago, a Francia para su reprocesamiento.
El cierre, por problemas técnicos, de la central nuclear José Cabrera en Almonacid de Zorita (Guadalajara) se produjo el 30 de abril de 2006. El proyecto de desarticulación total de una planta atómica, la primera en España, durará previsiblemente seis años, generará 104.000 toneladas de materiales, de los cuales al menos el 4% (4.000 toneladas) serán residuos radioactivos de baja y media actividad que serán trasladados a las instalaciones de El Cabril (Córdoba). Su desmantelamiento es gestionado por la empresa pública ENRESA que asumió la titularidad de los terrenos de manos de la empresa Gas Natural-Unión Fenosa.
La antigua mina de uranio de El Cabril se comenzó a utilizar en el año 1961, reconvertida en Centro Tecnológico para el almacenamiento de residuos radiactivos de baja y media actividad. Inicialmente contaba con dos plataformas para almacenar en celdas los residuos y fue ampliado en 1997 y 2007 mediante la construcción de un edificio para residuos de accidentes en acerías. Actualmente supera el 60% de su capacidad, cuenta con 28.200m3 para residuos de media, baja y muy baja actividad.
Según el VI plan General de Residuos Radioactivos (PGRD) aprobado en junio de 2006, tratar todos los residuos y cerrar todas las centrales para una vida útil de 40 años asciende a 13.018 millones de euros entre 1985 y 2070. Más allá de esta fecha el coste es incalculable.
El cese de la contaminación radiactiva de los residuos de muy baja, baja, media y alta actividad, puede variar desde decenios a cientos de miles de años según su intensidad. Tendrán que pasar 482.000 años para que el plutonio-239 que se encuentra en los residuos radiactivos de alta actividad (RR.AA), deje de ser radiactivo, 34.000 años para el radio-226 ó 112.000 años en el caso del carbono-14. Requieren de multimillonarias inversiones públicas para su tratamiento, transporte y almacenamiento que la industria nuclear no ha sabido resolver durante sus 50 años de existencia. Su poder radiotóxico supone un grave problema de salud pública e hipoteca el presente y el futuro de comarcas y personas desde el punto de vista social, medioambiental y económico.
Que los gobiernos asuman como un problema colectivo los residuos radiactivos y se obligue a las centrales nucleares existentes a contener en sus propios recintos los residuos generados, sería la solución más lógica.
Frente a esta solución aparece en 2004 la decisión de construir un Almacen Temporal Centralizado (ATC) para almacenar los residuos radiactivos. El objetivo principal del ATC, es allanar el camino para alargar la vida útil de centrales de 25 a 40 años (a partir de 25-30 años ya se asumen riesgos) y si pueden hasta 60, lo cual implica un mayor volumen de residuos. Para convencer a la opinión pública de su utilidad y de que la cuestión de los residuos está resuelta cuentan permanentemente con la inestimable ayuda de la tergiversación de los medios de comunicación y el apoyo de todos los gobiernos desde la transición hasta hoy. La necesidad subsidiaria tiene el objetivo de ahorrar costes en la gestión de sus residuos, sacándolos de las centrales (ATI) y traspasándolos al ATC con lo que le traspasarían el coste a ENRESA . Al tener que costear una parte de la gestión de los residuos desde abril de 2005, se vuelve urgente para las eléctricas abaratar costes con un solo almacén centralizado en vez de varios individuales, lo que además supone que en caso de accidente, la responsabilidad civil pase dire
ctamente al Estado que en el caso de los ATI solo es subsidiaria y recae sobre los propietarios. Todo ello elimina un gran obstáculo para el relanzamiento a medio plazo de la energía nuclear y supone la solución más rentable para las eléctricas.
La instalación costará unos 700 millones de euros y para la construcción de las instalaciones se estima únicamente un promedio diario de unos trescientos trabajadores durante los cinco años de la primera etapa, con picos de 500. Almacenará residuos de media y alta radiación, durante 60 años, provenientes de todas las centrales nucleares del estado, los residuos de Valdellós I almacenados en Francia y probablemente los provenientes de otros países.
Compensar mediante rentas por el riesgo y cegar con promesas económicas, no es solución. Ninguna comarca con instalaciones nucleares ha experimentado un verdadero desarrollo y distribución de la riqueza. Todo lo contrario. En todos ellos se ha perdido población. Los escasos habitantes de los pueblos, los miles del entorno cercano, los cientos de miles de posibles afectados de la zona de influencia y los millones en riesgo no necesitan ningún (ATC), ni del Centro Tecnológico Asociado que es incluso más peligroso que un reactor nuclear comercial, al ser un reactor experimental. Se prevén entre dos y tres transportes mensuales desde las seis centrales nucleares, lo que incrementa el riesgo de accidente durante el transporte. El tipo de almacenamiento obliga a que este centro se convierta en un auténtico bunker militar si se quiere preservar la seguridad. Estos residuos, aparte de contaminar radiactivamente, se pueden usar en la fabricación de bombas atómicas. Nada se dice sobre los riesgos de dispersión del material radiactivo ante incendios, terremotos, sabotajes o atentados, ni qué va a pasar con este material cuando expire el plazo de vida útil del ATC, en torno a 60 años, puesto que seguirá activo.
El ATC no es transitorio, ni temporal, sino fijo y definitivo, porque no hay ninguna solución para una gestión segura y definitiva de los residuos. Los Almacenes Transitorios Centralizados (ATC) y los Individualizados (anexos a las centrales nucleares), tienen la función de invisibilizar la amenaza que supone la gestión de los residuos radiactivos por decenios, cientos o miles de años, según su intensidad.
La estrategia energética para las tres próximas décadas, representa los intereses de la gran industria nuclear y tiene como objetivo prioritario conseguir un municipio que asuma, urgentemente, las consecuencias de un cementerio nuclear, que permita el alargamiento hasta los 40 y posteriormente hasta los 60 años de la vida útil de las centrales nucleares. Además de posibilitar el relanzamiento de esta tecnología cuando las condiciones económicas lo permitan. Las eléctricas han conseguido imponer históricamente que los gobiernos garanticen sus beneficios presentes y futuros, desconsiderando las consecuencias de las 3 grandes catástrofes nucleares: Three Mile Island (EE.UU), Chernobil (URSS) o Fukushima (Japón).
Bibliografía
– www.foronuclear.org La gestión de los residuos radiactivos en España.
– www.terra.org/el-cementerio-nuclear-centralizado-o-atc-la-semilla-del-diablo_2348.html